viernes, 30 de marzo de 2007

Yo reciclo

Yo reciclo, tú reciclas, él recicla, etc. Así comienza la campaña publicitaria de la Comunidad de Madrid para fomentar la conciencia ecologista en sus ciudadanos. A todas horas la administración autonómica nos recuerda que existen distintos tipos de contenedores para cada tipo de desecho. Paradójicamente también es el equipo de gobierno de Esperanza Aguirre quien ha convertido una ansiada zona verde en el barrio de Chamberí, en unas instalaciones privadas para que no haga falta irse a Murcia con Camacho a jugar al golf. Aquí tenemos muchos más hectolitros que en la Costa Cálida pues para eso nos hemos sumado al reto del agua. Y con un poco de suerte a lo mejor podemos ver allí a Aznar jugando al pádel, pues en ese complejo deportivo, modelo impecable de privatización, también han pensado en el deporte favorito del expresidente del gobierno. Así muchos podrán sublimar el pijo que llevan dentro.

Debemos de reconocer, aunque a Sánchez Dragó lo hayan querido guillotinar por decirlo, que los madrileños somos unos guarros. Aquí ya no cabemos pues creo que debemos de ser como mínimo un millón de habitantes más que hace seis años, en el INE no saben contar. La capital se ha acabado convirtiendo en un caos de polución y basura. Sin embargo el Ayuntamiento y la Comunidad se gastan una pasta de nuestros bolsillos en campañas ecologistas de toda índole, mientras privatizan la citada zona verde chamberilera. Luego la Consejería de Salud nos alertará de que estamos criando una generación de niños de sillón, depresivos, introvertidos y de colesterol prematuro. Así que si eres padre, ya sabes, la próxima Navidad los reyes de El Corte Inglés tendrán que retratarse con unos palos de golf o una raqueta de pádel. Nada de bicicletas o balones, que ya no se estilan. Y tú, niño, deja de joder con la pelota, que me estropeas el swing.

Esta ciudad que tanto promocionan sus políticos, sobre todo ahora que llega la el momento de votar, se está convirtiendo en un cortijo privado donde vivir resulta un lujo sólo por el coste, no por la calidad de su vida. Lo que habría que hacer con todos estos profesionales de la especulación sería botarlos, con b. Y además bien lejos, que no se les pudiese localizar ni aunque llegásemos a la última pantalla de Internet. Ojalá, igual que existen los contenedores ya citados en la vida real, pudiésemos gozar de una papelera de reciclaje, como en tu ordenador, para eliminar a aquellos personajes que sólo ocupan un espacio inútil en el disco duro de nuestra sociedad, y a los que de buena gana haríamos desaparecer con un simple click de ratón.

Yo, ciudadano de a pie, propongo desde esta tribuna ciberespacial que apoyemos activamente el reciclaje, las energías renovables y el transporte público. Tampoco estaría mal que nos comprometiésemos a no decorar el pavimento con escupitajos, así como a no echar más mierda sobre la vetusta alfombra de lo que queda de Madrid, pues bajo ella ya han metido toda la polución de la M-30. Pero de nada serviría esta iniciativa si no se viese culminada con una campaña de recogida de firmas por Ecologistas en Acción, Greenpeace o cualquiera que tenga ganas de encadenarse y arriesgarse a llevarse una mano de ostias. Dicha campaña podría consistir en promover el reciclaje, y si se tercia por el bien de la salud pública hasta el enchironamiento, de todos aquellos Grissoms de pacotilla, sean rojos, azules o amarillos, que se visten de verde con el fin de salir en la foto para, acto seguido, continuar practicándole la autopsia a lo que queda de Madrid.

jueves, 29 de marzo de 2007

Estrés

Seguramente si a tu bisabuelo le hablasen de esta palabra, estrés, se quedaría tan atónito como si le comunicasen que hemos cambiado los reales por euros, o que con un ordenador él podría hoy hablar, recibir fotos y hasta ver mediante webcam a esa macizorra que lo tenía berraco perdido y que se largó con uno que vino en un barco de nombre extranjero. El asombro de tu bisabuelo sería totalmente normal, porque primero tiene que surgir la realidad y luego la palabra que sintetiza dicho concepto en nuestras mentes de laboratorio. Supongo que Edison primero inventaría el globo de cristal que alumbra mediante electricidad, y después lo bautizaría con el nombre de bombilla, tras perfeccionar una idea sin patentar de un ingenuo británico.

En cambio hoy, cualquier niño podría explicarte perfectamente el significado de esta palabra mientras juega a la Play. Para que luego se quejen de que el sistema educativo sólo busca criar borregos. Es más, no sólo lo conocen, sino que también lo padecen en alto porcentaje. Por tanto podremos convenir que en este terreno hemos avanzado mucho, pues mientras que en la prehistoria nuestros antepasados sólo vivían estrés en situaciones excepcionales y siempre en lapsus de tiempo muy cortos, hoy, niños y adultos, pasan el día cabeza abajo en la montaña rusa de sus modernas vidas. Esta delirante realidad parece menos importante para la ciudadanía que el precio de un café presidencial, pues además como está demostrado científicamente que el estrés acorta la vida, menos gente para cobrar las pensiones y eso que se ahorran quienes nos pastorean.

La gran mayoría de los expertos en este mal, consideran que la mejor salida para el estrés es pelear o huir. Estoy convencido de que ambas ideas se te han pasado por esa cabeza, que te estoy viendo. Quién no ha tenido ganas alguna vez de tirar por la ventana a su histérica jefa sin vida marital, o de mandar a Sodoma al hortera del jefe, cuando te exigen para ayer la cuadratura del círculo a doble espacio. O quién no ha deseado, camino del trabajo, salir corriendo despavorido, parar un taxi y preguntarle lo que vale una carrera hasta Perpignan. Cuánto se ahorrarían nuestros bolsillos en psiquiatras, psicólogos, ansiolíticos, antidepresivos, antipsicóticos y demás consoladores del alma. Pero claro, esas dos transgresoras acciones están mal vistas, todavía. Si emprendiésemos cualquiera de ambas, o mejor aún, primero el reparto de mandobles y luego la fuga de Alcatraz, nuestra salud nos lo agradecería. Hasta podríamos llegar a disfrutar lo que se siente lanzando una bola metálica contra otra de madera en la arena de un parque.

Pero tranquilos, que está todo muy estudiado y por eso desde la infancia los niños acuden a clases de guitarra, francés, informática, esgrima, etc., de tal forma que los chavales de hoy acaban la escuela sin opción de poder matricularse en CCC. Así, al llegar a la edad adulta, ya están familiarizados con el estrés: eso que llevan ganado. Pasarán a ser un número más del engranaje laboral pergeñado con el loable objetivo de vivir para trabajar. Nos hemos convertido en unos replicantes de aquellos seres humanos que antiguamente trabajaban para vivir. Y aunque no tengamos derechos, nos acercamos a la panacea del pleno empleo. En parte, porque no paramos de dar trabajo a los especialistas que nos dopan para seguir batiendo récords horarios; hemos acabado siendo máquinas humanas de horario laboral indefinido, como un ordenador más conectado las 24 horas al emule. Y es que si tu bisabuelo levantara la cabeza... se la llenarían de antidepresivos.

miércoles, 28 de marzo de 2007

Comer de fiambrera

Las horas de cincuenta minutos para la comida y los 1200 euros que cada vez dan para menos, pese a lo que diga Pazatero (no es una errata), han propiciado una moda alumbrada en los centros de trabajo y bancos de los alrededores, para mayor gozo de las palomas. La nueva costumbre de comer de fiambrera, ha servido a los más avispados para hacer virtud de la necesidad ajena, lucrándose con esta extendida corriente de llevarse la comida de casa. Actualmente podemos hablar de una floreciente industria montada para satisfacer las necesidad de todos aquellos que comen de fiambrera. Dicho negocio no se limita sólo a la fiambrera o tupperware o simplemente taper. Como habrá que portarla en alguna bolsa y hacerlo en una del Lidl queda muy cutre, el mercado nos brinda una variopinta oferta de bolsas que, al igual que las fiambreras en sí, denotarán la casta social del individuo en función de su precio. Siempre ha habido clases.

Pero pasen y vean las cosas buenas y bonitas que traigo hoy en mi manta. Directamente desde Londres, para el caballero más selecto, para la señorita más refinada, bolsas plastificadas de ‘Jarros’, con tickets de compra y todo, a 20 euros, oiga. Sí, también tenemos la de los ositos. Bragas hoy no he traído, mi reina. Para los ricos, para quienes quieran aparentar serlo aunque el euribor les esté jodiendo la úlcera, esa bolsa guapa de ‘Jarros’. Pero no se preocupe si usted es pobre, o tan rancio como para preferir las gratis del Carrefour, porque también tenemos sensacionales imitaciones made in Taiwán del taller clandestino del señor Chen, a sólo 3 euros.

Y qué sentido tendría la bolsa sin una fiambrera dentro. Tenemos las Laken, las mismas que vende El Corte Inglés por 20 euros, nosotros a 19,95 y la voluntad, pero sin ticket. De acero inoxidable y con asa abatible, para mejorar su transporte. También las tenemos plegables, guapa. Pero si andas escaso de fondos, te podemos hacer un precio sin competencia con las de plástico, igualmente garantía del señor Chen, firma de prestigio en los bajos fondos. No en vano él registró las siglas CH antes que Chanel, y por eso afirma que los bolsos originales son los suyos, y encima más baratos.

Qué tiempos aquellos en que la gente no competía por los aperos de la pitanza. Antes bastaba con el maletín clásico de toda la vida, donde el marido elegantemente llevaba la camiseta de tirantes para cambiarse en verano, el diario EL PAÍS y el bocadillo de chorizo de Pamplona envuelto en papel de aluminio. Ahora, como dicen que vivimos en el estado del bienestar, lucimos fiambreras y bolsas de postín, aunque tengamos que comer a trote gorrinero y con animales a la vista, ya sean la jefa o un perro que no le quita ojo a tu menú portátil. Por eso yo creo que la recién promulgada ley de la igualdad consiste, entre otras cosas, en que sin distinción de sexo toda España coma de Rodríguez durante las cuatro estaciones del año. Y mientras, el homónimo que se fue en un Airbus a Harrods para que sus seres queridos y la suegra pudieran llenar sus bolsas de compras, nos cuenta en La Primera que a ti y a mí nos va muy bien.

martes, 27 de marzo de 2007

Metafísica para principiantes (II): el efecto placebo

En vista del interés que despierta el asunto de la metafísica, aprendamos un poco más de ella. Como el mar metafísico es tan extenso y además somos principiantes, vamos a ir poniéndonos el flotador o los manguitos, a elegir. Con ellos nos zambulliremos hoy, sólo hasta las rodillas, en unas aguas de las que todos hemos oído hablar, y que probablemente tú, como yo, también has experimentado en tu cuerpo serrano. Me refiero al llamado efecto placebo, o cómo nuestra mente estudió medicina. La medicina alopática o convencional, la de tu médico de cabecera de la Seguridad Social, reconoce sin ambages desde hace muchísimos años que ese efecto existe realmente, pues se ha podido comprobar en millones de pacientes en todo el mundo.

Consiste en suministrar una sustancia inocua, y hacer creer al enfermo que es un medicamento fabuloso. Los resultados son tan espectaculares, que hasta se han registrado casos en que han mejorado más con el placebo que con la medicina auténtica. ¿Cómo es posible que elementos como el agua y el azúcar, sin ser CocaCola, puedan sanar diariamente a enfermos? ¿Cómo es posible que nuestra curación sea más efectiva si nos dicen que el fármaco es muy caro que si es barato, o si se nos informa de que es nuevo con propiedades asombrosas que si es un clásico de toda la vida? Pero esto no es así porque lo diga mi menda, sino porque está demostrado. Existen miles de casos reales que certifican estas afirmaciones.

La explicación a este fenómeno es mental, como todo en la metafísica. Nuestra mente le dice a nuestro cuerpo que ese producto lo va a sanar, y nuestro cuerpo, que siempre la obedece, se cura. Así de simple. El paciente cree en ese medicamento y nuestro sistema inmunológico hace el resto. Lo mismo se podría decir del agua de Lourdes, o de muchos curanderos tanto auténticos como incluso estafadores que, de manera tan inexplicable como asombrosa, han llegado a sanar a pacientes terminales. La clave, una vez más, vuelve a estar en nuestra azotea. Y es que igual que habrás oído miles de veces la frase popular “Ante la duda, la más tetuda”, supongo que también la de “La fe mueve montañas”. Pues bien, esa fe es la autora de dichos milagros, mucho más que ningún curandero o agua milagrosa o medicamento de última generación.

Como dije a los valientes de la primera entrega de Metafísica para principiantes, nuestras creencias crean nuestras experiencias. Tú eres un imán que atraes para ti todo aquello en lo que crees. Por eso si el enfermo cree en su curación con una fe constante e inquebrantable, podrá sanarse; pero si cree justo lo contrario, acabará criando malvas. Lo que aquí te he descubierto hoy, como haré siempre todos lo martes, realmente no es nada nuevo bajo el sol. El Buda que regentaba la taberna de Café Quijano ya te lo dijo hace muchos siglos: “Somos lo que pensamos”. La medicina y la física cuántica ya están empezando a demostrar lo que los metafísicos saben desde la noche de los tiempos. A ti, ahora, también se te están revelando estas asombrosas enseñanzas, todavía desconocidas hasta para ese profesor tuyo tan listillo que cateaba que era un primor. ¿A que mola?

lunes, 26 de marzo de 2007

La buena noticia

Ha vuelto Hilario Pino. Él afirma que regresa con las ganas y la ilusión de siempre, y con el compromiso de contar siempre la verdad. Tras casi nueve meses dándonos plantón, el Bruce Willis hispano sin la voz de Ramón Langa, vuelve a compartir mesa y mantel con los telespectadores de Telecinco. Se especuló mucho en Internet sobre las causas reales de su ausencia. Incluso algunos ya estaban ultimando hasta las exequias de su guiñol. Por eso, cuando he reconocido su voz en la imagen de la enésima desgracia de la semana, y eso que la acabamos de empezar, lo he celebrado alzando mi vaso de agua mientras comía un infumable rancho de macarrones.

Una persona que estaba enferma se ha recuperado, y eso siempre es una buena noticia. Hartos de que permanentemente los periodistas, por tierra, mar y aire, o sea, prensa, radio y televisión, nos crucifiquen con noticias desgraciadas, hoy uno de ellos ha sido, paradójicamente, el protagonista de la buena noticia del día. Por ello también quiero celebrar una iniciativa que ha tenido mi tocayo Sánchez Dragó, consistente en incluir una sección dedicada sólo a sucesos alegres en su Diario de la noche. Se llama el Rincón de las buenas noticias, presentado por el fascinante y de lectura imprescindible Alejandro Jodorowsky.

La vida es algo maravilloso, pero depende también de ti que así sea. Es una sacrilegio pensar que el mundo es un desastre. Piensa que si a pesar de toda la maldad el planeta sigue en pie, es porque hay muchísima más gente buena que mala, de eso no tengas la menor duda, lo que pasa es que los segundos hacen más ruido. Siempre nos vamos a cruzar con hijos de puta, posiblemente hoy te hayas cruzado con alguno de ellos, pero también hay mucha gente anónima que hace que el milagro de la vida merezca la pena. Por ponerte un ejemplo, ese personal sanitario que anoche vi en televisión, y que diariamente cuida de los niños ingresados en la UCI del Hospital infantil Niño Jesús, en Madrid. Allí tienen un tablón de la esperanza, donde cuelgan las fotos de todos los niños que lograron salir del hospital tras superar su enfermedad y hoy llevan una vida normal. Estos profesionales de salvar pequeñas vidas no salen habitualmente por televisión, pero son responsables de que este planeta sea mucho mejor de lo que nos han hecho creer desde que nacimos en ése u otro hospital cualquiera.

Por eso hoy, contraviniendo la máxima de que una buena noticia no es noticia, quiero brindar por los trabajadores del Hospital Niño Jesús y de todos los hospitales, infantiles o no, y también por Hilario, por los Beatles, por las putas tristes y las alegres, por Woody Allen, por el Orfeón Donostiarra, por Beethoven, por los habitantes de Springfield, por los amantes antiguos y los que están por conocerse, por los atardeceres rojos mediterráneos, por los locos bajitos para que nunca acaben de crecer, y por todo lo que bueno que tú conoces y disfrutas. Y también por ti, héroe anónimo que puedes cada día, si lo tienes a bien, gozar de la belleza que, pese a quien pese, jamás dejará de presidir este mundo y de la que tú también eres creador. Desde esta página te deseo que, como Hilario, jamás pierdas las ganas ni la ilusión, ni olvides la mayor verdad que jamás será portada: la vida, a pesar de todo, es maravillosa.

viernes, 23 de marzo de 2007

El piropo

Anda uno preocupado últimamente por el posible declive que pueda sufrir una de las inagotables canteras de la lírica española. Me estoy refiriendo a la de los trovadores del andamio, tan en peligro de extinción como el lince ibérico. Desde la altura de un quinto piso a medio edificar, se han compuesto algunos de los más originales requiebros de la lengua castellana. Sin embargo, la llegada de un presidente feminista está provocando que muchas mujeres, por mirarles el culo de soslayo, requieran los servicios de una pareja de la Guardia Civil. Yo comprendo que hay piropos muy bestias que llegan a ser obscenos, pero tampoco hay que convertir esto en la caza del varón, pues ligar va a acabar convirtiéndose en una operación militar que requerirá la aprobación del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

Es evidente que “Si tu culo fuera un huerto, plantaría mi nabo en él”, no se caracteriza precisamente por su gongoriana prosa. Pero tampoco por eso hay que crucificar a todo el sector de la construcción, pues en una obra puede haber algún diamante en bruto, sin segundas, que dedique a una mujer hermosa algo bello y sobre todo más original que identificar sus ojos con dos luceros. De hecho Bustamante fue el hombre que surgió del andamio y ha acabado como ídolo de jovencitas de todas las edades y casado con una actriz; como también el enésimo exmarido de Elizabeth Taylor, que seguro le dedicó su mejor prosa encima y debajo del andamio pero en el idioma de Shakespeare y claro, no es lo mismo: quizá por eso se separaron. Y es que desde que el sector de la construcción se ha llenado de extranjeros, el piropo está herido de muerte, cual toro lidiado por el resucitado José Tomás en la monumental de Barcelona. Porque como diría el insigne Don Mauricio Colmenero, el piropo es un invento patrio, como el toro de Osborne, el jamón ibérico, la fregona y las gitanillas de los televisores.

En mi opinión, tan censurable es un piropo soso como uno guarro. Creo que una vez que el hombre tiene el atrevimiento de piropear, yo no lo tengo, debe de hacerlo con clase pero sin caer en la vulgaridad de lo primitivo o lo infantil. Mi temor es que con tanta ley de discriminación positiva e igualdad, se acabe extinguiendo una de las tradiciones literarias más ancestrales del acervo popular español. E insisto en que comprendo perfectamente que “Tienes dos ojos como dos sartenes, que cuando te los miro me fríen los huevos”, pueda resultar un tanto burdo. Pero casi es peor lo de los luceros, pues además las nuevas hornadas de la LOGSE seguramente ni sabrán lo que son. Como para pedirles una rima que no juegue con el número cinco.

A las mujeres siempre les han gustado los piropos, y si son un poco atrevidos, mejor. Al menos eso es lo que a mí siempre me han reconocido en privado. Pero si van juntas varias de ellas y sólo una es la piropeada, las demás se encargarán de criticar al piropeador mientras la aludida, silente, crece dos centímetros. El problema radica muchas veces en la fina línea que separa un piropo original y sensual, de uno sencillamente pornográfico. Porque una cosa es soltar alguna de las dos burradas citadas literalmente en los párrafos anteriores, y otra muy distinta dedicar a una mujer atractiva unas palabras que le hagan venirse arriba. Es como comparar una escena cualquiera de “El fontanero, su mujer y otras cosas de meter” con el baile que interpretan Meryl Streep y Clint Eastwood en “Los puentes de Madison”.

De todas formas no hay que ignorar que aunque los grandes poetas siempre han buscado las expresiones más líricas para hablar de la mujer, nunca han dejado de pensar en la sensualidad de sus caderas, acariciar sus pechos, besar su espalda desnuda, lamer sus pezones, arrancarles la ropa a jirones, azotar sus nalgas y poseer hasta el último milímetro de su dorada piel. Y no sigo que me caliento. Desgraciadamente no todos nacemos Neruda o Bécquer, aunque estoy seguro de que hasta que lograron depurar su lírica, todos los clásicos también debieron recurrir al siempre eficaz piropo, logrando así honrar la belleza femenina y aumentar el número de futuros cotizantes a la Seguridad Social.

jueves, 22 de marzo de 2007

Gila y los móviles

¿Está el enemigo? Que se ponga. Así comenzaba el mejor cómico español de la historia, Miguel Gila, uno de sus monólogos telefónicos más reídos y recordados, a años luz de los actuales. Claro que es cierto que eran otros tiempos, y también otros teléfonos. Todavía recuerdo el modelo Heraldo, que todos tuvimos en nuestras casas en los setenta y ochenta. El sonido mecánico y metálico de su timbre ya ha desaparecido de nuestras casas, pero no de nuestra memoria sentimental. La abuela siempre se hacía un lío con el disco de ese teléfono y tenía que volver a marcar, porque le había vuelto a salir una ferretería regentada por un señor de Cuenca. Yo era niño cuando entonces, pero todavía hoy recuerdo la inconfundible y dura melodía, cada número telefónico tenía una propia, que interpretaba el disco del Heraldo cuando mi madre llamaba a mi abuela. O sea, diez veces diarias. Como para no recordarla.

También estaban los Góndola, luego llegaron los Forma y así hasta los Domo actuales, con los que telefonear a Murcia dejó de llamarse conferencia. Desde entonces este término se emplea únicamente para aquella charla interminable y sesteante que sólo interesa a quien la imparte. Paralelamente en la década de los noventa, comenzamos a ver gente que hablaba sola por la calle con una especie de zapato en la mano, sin ser el superagente 86. Llegaba la telefonía móvil, y yo con estos pelos. Inicialmente los precios de sus terminales y especialmente de las llamadas era prohibitivo, hasta que por fin se socializó para felicidad del pueblo llano. Gracias a ello podemos enorgullecernos de que actualmente tenemos operativos en nuestro país más teléfonos móviles que fijos.

Como hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, instalamos antenas incluso donde antes anidaban cigüeñas, las cuales no tienen más remedio que movilizarse a otra parte. Los padres han asumido que si quieren que su hijo sea un niño del siglo XXI sin traumas debe de tener un móvil, mientras que los críos de los ochenta disfrutábamos con maquinitas que funcionaban con pilas de lenteja. Pero paradójicamente, la incomunicación en nuestra sociedad es cada vez mayor, como denuncian los especialistas de salud mental en todo el mundo. Puede ser porque las ondas nos estén friendo el hemisferio izquierdo del cerebro, o quizá ambos. La realidad es que cada vez más gente padece trastornos mentales, y como sigamos así el kilo de antidepresivos y ansiolíticos se va a poner por las nubes. Actualmente hay varios millones de personas en nuestro país recibiendo tratamiento psicológico, o sea, pagando por ser escuchados durante una hora de cincuenta minutos.

Tanta tecnología está dejando atrás y con la lengua fuera al ser humano, pues las máquinas van mucho más rápidas que nosotros y estamos desbordados. Tanto, que todas las compañías telefónicas se han permitido por su patilla o filosa subir las tarifas simultáneamente, pues saben que sin el móvil ya no podemos vivir. Por todo ello aquí he añorado hoy a Gila, pionero de los monólogos y también de la telefonía móvil, pues con el mismo terminal hablaba en todas partes sin el estrés de poder quedarse sin saldo o sin batería. Quizá salir vivo de un fusilamiento le convirtió en ese Freud castizo que escuchaba como nadie las heridas del alma, combatiéndolas en el frente de la vida con su mejor arma: la risa.

miércoles, 21 de marzo de 2007

Los mileuristas

No sé de qué se quejan esas personas cuyas nóminas alcanzan los mil euros. Hoy, ganar esa suculenta cifra mensualmente es todo un lujo, según se puede deducir de un estudio recién publicado en nuestro país por Comisiones Obreras, pancarteros del primero de mayo. En él se nos informa de que en España más de la mitad de los trabajadores menores de 36 años cobran menos de 900 euros. O sea, que si eres mileurista ya sabes que eres una persona afortunada, pues seguramente formas parte de la mitad más rica de la población. Enhorabuena. Me imagino que por lo menos te invitarás a una mariscada con el sector pobre de tus conocidos. Por cierto, a la salida os podéis hacer un cine y después tomaros una copa o las que se tercien en algún local de moda. Y es que con ese pedazo de sueldo te da para retratarte como lo que eres: un privilegiado.

Si hubiese más mileuristas, el citado sector del ocio no se resentiría como lo está haciendo, y por tanto esos empresarios que viven del tiempo libre de los demás (cines, teatros, salas de conciertos, discotecas, pubs) no se quejarían de que últimamente la asistencia de público a sus locales está cayendo en picado. Pero claro, como más de la mitad de los españolitos no llegan a los 900 mensuales, la crisis está empezando a hacer mella en esos negocios. Aunque bien pensado, a lo mejor también influye el compromiso tan fiel que tienen los trabajadores, mileuristas o no, con su empresa. Quién va a preferir irse de cañas o a un cine a ver la última de Angelina Jolie, pudiendo estar tan ricamente trabajando gratis en su oficina hasta las diez de la noche. Por eso no me extraña que un estudio sueco publicado hoy mismo afirme que los jóvenes españoles están entre los más vividores de la UE.

Y además de vividores, gorrones. Cómo no les da vergüenza seguir en casa de papá, si hasta se les están empezando a clarear y blanquear las ideas. Claro, es muy cómodo que mamá les haga el desayuno, con el zumito y las tostadas, como si estuvieran a pensión completa en un hotel de Salou, pero sin alemanas. A su edad, el padre de cualquier mileurista ya había comprado el piso en el que ahora su hijo está atrincherado, e incluso el 127, y a la madre no le faltaba de nada, ¿verdad, Merche?. En cambio estos niños de papá, no quieren ni oír hablar de hipotecarse como lo hace todo el mundo. Pero no cuela que digan que no quieren arruinar su vida endeudándose hasta la edad de jubilación, pagando por un cuchitril el triple de lo que vale. La realidad es que ahora los mileuristas españoles tienen de todo y, como se desprende del sesudo estudio sueco ya citado, sólo piensan en vivir a cuerpo de rey con el sueldazo de su envidiable contrato temporal.

martes, 20 de marzo de 2007

Metafísica para principiantes

Antes de que salgas corriendo a una velocidad de 3 Mbps tras leer la primera palabra del título, me gustaría contarte algo de ti que seguramente desconoces. Tú eres una persona experta en metafísica. (Silencio). Sí, lo eres, aunque muy probablemente no lo sepas y especules sin fundamento alguno conque mi afirmación pueda ser fruto de los opiáceos. La metafísica es una rama del saber que va más allá de la física, y pretende explicar la relación que tú mantienes con el universo en general. Pero también te habla de tu interacción constante pero inconsciente con tu suegra y hasta con el repulsivo hidrófobo que sufres diariamente en el autobús.

Tu problema, el mío, y el de la inmensa mayoría, consiste en que nos han hecho creer, interesada y falsamente, que la metafísica es sólo para gafotas enciclopédicos. Por eso ahora mismo no importa que no entiendas totalmente este artículo, aunque también esté escrito en español, ni que lo creas o no. Sólo quiero que te hagas el favor de dedicar algunos minutos diariamente a descubrir por ti mismo si lo que te digo en él es cierto o tengo futuro en la política. Lo primero que tienes que saber es que tú estás interconectado con todo lo que te rodea. Y da igual que esté a cinco centímetros o a cinco mil kilómetros. Tu mente es la gran protagonista, la que determina el grado y la calidad de esa interconexión con tu entorno.

Debajo de esa envidiable mata de pelo, qué envidia, o bajo esa espléndida calva que tan bien reluce, y a mucha honra, posees una herramienta extraordinariamente poderosa que, por decirlo vulgarmente pues para eso somos principiantes, funciona como un imán. Tampoco tienes por qué tomarte esta frase al pie de la letra, pues la mayoría de la gente no lleva serrín pegado a su cuerpo, aunque muchas de las personas que has conocido a lo largo de tu vida parezca tenerlo como principal componente cerebral. Basta por ahora con revelarte que tus creencias atraen tus experiencias. Las creencias que tienes más arraigadas en tu mente influyen decisivamente en tu experiencia diaria. Esto es así, aunque puedas estar pensando que alguien debería de ir llamando al 112.

¿Es que acaso no te has percatado de que a los optimistas siempre les va mejor la vida? Podrías hacer ahora mismo una lista formada por tus amigos, compañeros, familiares y seres queridos. ¿Acaso no ves mucho más felices y realizados a aquéllos que tienen un carácter positivo y amable? (No me respondas que será porque follan mucho, aunque también influya). Haz la prueba, por favor, pues con esa lista podrás comprobar que lo que te dice este desconocido que escribe cosas tan raras en tu pantalla sin ser un virus, se corresponde fielmente con la realidad. No pienses que es fruto de la casualidad o de la suerte que yo haya acertado, sino de una ley universal muy anterior a que tu tatarabuelo, q.e.p.d., fuese un proyecto.

Prueba a pensar positivamente, a ser más optimista, a creer más en ti y a perdonar, aunque al principio te cueste muchísimo hacerlo. No te preocupes, porque eso nos pasa a todos. Al principio pensarás que estarías mejor haciendo sudokus, pero si perseveras comprobarás con asombro que la vida poco a poco comenzará a aliarse contigo. Muchos ignorantes a este saber le llaman suerte. Espero que tú no quieras seguir siendo como ellos. Si realmente quieres dejar de quejarte y deseas cambiar tu vida ahora, pon en práctica las sugerencias de este artículo, siempre que todavía no me hayas abandonado por otra página sin duda menos interesante.

lunes, 19 de marzo de 2007

Escribir un blog

Seguramente existen tantos bloggers o blogueros como motivos que impulsan a la creación y mantenimiento de sus blogs. Resulta toda una aventura sumergirse en el fascinante mundo de las bitácoras, sin saber de antemano si lo escrito va a ser leído por alguien más que su propio autor y una prima suya del pueblo, que además está muy buena y a la que pretende ligarse escribiendo sus cosas. Quizá ahí resida la magia de este fenómeno, el altruismo con que se realizan los blogs, aunque en éste la dirección acepta cañas y tapas, pues como quedó claro en Gordas y feas aquí no estamos a régimen. Pero si exceptuamos algunos casos de personas que han convertido su página en algo muy profesional y lucrativo, el resto de los internautas lo hacemos por amor al arte. Sólo buscamos el idealista placer de que en este universo ciberespacial pueda haber alguien, quién sabe si la vecina jamona de al lado, un jubilado mexicano o incluso tú, que saque partido a nuestras reflexiones, y de cuyos comentarios también podamos aprender.

En mi caso, escribo para desahogar mis frustraciones como ciudadano e individuo. Sé que en muchas ocasiones mis artículos pueden parecer muy pesimistas, de humor negro bragado y acerado sarcasmo. Sin embargo, bajo ese agorero barniz, existe un poso de esperanza. Esperanza de que el mundo pueda ser un poquito mejor, nada más. Esperanza, quizá muy ególatra, de que diariamente empleando como única herramienta unos cientos de letras, se pueda contribuir a que la vida sea un poco más hermosa, pues yo creo que la humanidad tiene un margen de progreso muy grande. De esta última afirmación la tele no para de regalarnos ejemplos que la certifican ante polígrafo. Y pienso que tú, sufrido espectador de las miserias del mundo que ahora mismo estás ahí, también crees lo mismo. Si no hubiese posibilidad de progresión, nada merecería la pena, ¿verdad?.

Internet es esa metáfora cada vez menos virtual de un mundo, de un planeta, que se hunde inmerso en mil y una tragedias, además del Madrid cerrado por derribo. Internet no es otra cosa que los usuarios que le damos vida y entre los que tú te encuentras. Tú, amigo lector, eres un internauta, gentilicio de los habitantes de la mayor patria del mundo. En ella no hace falta estar empadronado, ni pagar impuestos como los pobres, ni tan siquiera honrar una bandera. Los internautas somos náufragos de los cinco continentes, que mediante las bitácoras pretendemos orientarnos en este mar de informaciones turbulentas que no paran de desinformarnos. Y aunque todos tengamos nuestros motivos personales para escribir nuestro mensaje al mundo en el macrobotellón ciberespacial, creo que perseguimos básicamente lo mismo. Tú, yo, todos nosotros, buscamos ese punto de encuentro donde nos podamos comunicar sin prejuicios ni distingos. Un lugar de reunión único donde, desde el más erudito de los filósofos al más humilde de los obreros, tenga derecho a decir y escuchar lo que piensan nuestros corazones y lo que sienten nuestras cabezas.

viernes, 16 de marzo de 2007

Madrid sin coches

Como hoy es 16 de marzo vamos a hablar del Día sin coches que se celebra cada 22 de septiembre en Europa y también en Madrid. Porque aunque muchas veces no lo parezca, Madrid es una ciudad europea. Al menos eso es lo que pretende aparentar en la publicidad institucional con que nos agasajan. Hay que reconocer que se lo curran para engañar a quienes se dejen: el cielo velazqueño, avenidas despejadas, zonas verdes en esplendor, sonrisas profidén, y todo acompañado de una música cojonuda.

Recuerdo que hace unos años sentí vergüenza ajena presenciando la delirante retransmisión que hizo Telemadrid del Día sin coches. Había una cámara fija que tomaba la Gran Vía, desde Plaza de España hasta Callao. Pues bien, los locutores no se cansaron de lobotomizarnos, repitiéndonos hasta la náusea que la convocatoria estaba siendo un exitazo. Mientras, ante los ojos del atónito telespectador, no paraban de desfilar coches blancos con un piloto verde encendido. Si llego a apagar el sonido, hubiese pensado que era una multitudinaria manifestación de taxistas. Jamás he visto más coches en la Gran Vía que durante ese Día sin coches.

Durante el mandato de Gallardón se ha acometido una obra pública de tal magnitud, que la construcción de las pirámides de Egipto por sus antepasados queda a la altura de la resolución de un sudoku, eso sí, de los jodidos. Me imagino que podrás adivinar que me estoy refiriendo a la M-30. Lo que verdaderamente se va a lograr con esta colosal obra es fomentar todavía más el uso del vehículo privado en detrimento del transporte público, que tanto dicen impulsar pero que está dejado de la mano de Dios, o sea, como si lo gestionara Maradona. Cualquier usuario del Metro de Madrid convendrá conmigo que el tercermundismo de las horas punta no coincide con la imagen idílica de la publicidad institucional.

Luego está el asunto de los famosos parquímetros, que según Gallardón se han instalado por el bien de los residentes, para que puedan aparcar más cómodamente. Pero como bien sabrás el único afán que mueve la proliferación de parquímetros por todo Madrid es el recaudatorio, obviamente. Eso sí, si a un vecino se le ocurre usar durante la semana el transporte público y no mover el coche, se puede encontrar conque su vehículo ha desaparecido. Se presenta en comisaría para denunciar su robo, y resulta que ha sido el propio ayuntamiento quien se lo ha sustraído. El grave delito por el que será multado, faltaba más, consiste en haber dejado aparcado su coche más de cinco días en la misma plaza. Pero que conste que aquí fomentamos el transporte público sobre el vehículo privado. Y eso por no hablar de los celebérrimos bolardos, que tanto trabajo están dando a los chapistas de Madrid y alrededores. De hecho hay plazas en las que los coches grandes sólo cabrían aparcándolos desde arriba con una grúa, pues maniobrar es prácticamente imposible, si no te quieres llevar un recuerdo del ayuntamiento en la carrocería, ya que esos cilindros tan simpáticos llevan grabado el escudo municipal. Para que luego digan que Madrid no deja huella.

Por eso, desde esta tribuna del ciberespacio, propongo a nuestro singular alcalde que establezca una nueva celebración que se podría denominar Madrid sin madrileños. De hecho ya ha empezado a ponerla en práctica en los citados anuncios televisivos. Tú mismo puedes observar cómo las distintas escenas que aparecen en ellos tienen un denominador común: la ausencia de gente. Ésa y no otra sería la gran solución para el tráfico y el resto de problemas en Madrid. De hecho como aquí ya no cabemos y nos cobra hasta por usar el coche y también por no usarlo, poco a poco los madrileños se están marchando de esta ciudad. Hay datos oficiales que así lo atestiguan, aunque no interese hablar de ello, y menos ahora, que estamos a dos meses de renovar el sillón y el coche oficial. Por eso hoy 16 de marzo y el resto de días del año, excepto el 22 de septiembre del Día sin coches que el alcalde tiene reservado para sacarse la foto, propongo festejar Madrid sin madrileños: una utopía que puede hacerse realidad.

jueves, 15 de marzo de 2007

La burbuja inmobiliaria

Quienes hace tres años hablábamos de la burbuja inmobiliaria, éramos mirados como si con un dedo iluminado quisiéramos hablar por teléfono con nuestra casa. Los tipos de interés estaban por los suelos y el precio de la vivienda no paraba de subir. “Hay que comprar pronto para no quedarse fuera”, decían algunos. “Compra ya, que la vivienda nunca baja”, decían otros. Pero lo mejor era la frase cumbre por antonomasia de los más sesudos analistas inmobiliarios, o sea, cuñados y suegra, y no necesariamente en este orden. Y lo mejor de todo es que todavía algunos osados siguen repitiéndola como un mantra. And the winner is: “Alquilar es tirar el dinero”.

Estas personas no tenían ni idea de lo que era el euribor, y muchos siguen igual, como tampoco de que se encontraba en unos niveles anormalmente bajos. Hablaban como si los tipos de interés no fuesen variables, y endeudarse fuese algo maravilloso que todos deberían de hacer. Como el amor, pero con la caja de ahorros de la esquina. Así que el consumo se empezó a disparar, y la gente aprovechó la época del dinero barato para gastar lo de los próximos veinte años. Y viva la Pepa. Se ha dilapidado como si no hubiera mañana, pero resulta que sí lo hay, pues si nada lo remedia mañana será 16 de marzo, por ejemplo. Y el euribor seguirá subiendo, pues lo previsible es que en este 2007 acabe rozando el 5%, como ya ha dado a entender Trichet, el jefe de los dineros en la cosa europea. Me temo que muchos hipotecados van a tener que ir tirando de Hemoal.

España, en el concierto europeo y mundial pinta menos que la Tomasa en los títeres, y eso sin referirnos a la selección de fútbol, que merecerá otro artículo para mejor ocasión. Por todo ello desde aquí voy a dar dos consejos, uno para compradores y otro para vendedores. Y además gratis, para que se vea que soy más rumboso que Botín, nunca mejor apellidado. Si estás en el bando de los vendedores, intenta quitarte el piso de encima rápidamente, pues cada vez cuesta más vender una vivienda. No te cierres en banda a la hora de negociar si encuentras un comprador, porque quién sabe cuánto tiempo tardarás en volver a cazar otro pardillo. Y si eres comprador, mi mejor consejo sería decirte que esperes un añito, que es lo que le queda a esto para que reviente. Pero si te resulta imposible por las presiones insoportables en las comidas dominicales en casa de la suegra, te ruego que negocies el precio muy a la baja.

Si cuando te des una vuelta por tu ciudad te detienes un momento ante una inmobiliaria, comprobarás por ti mismo que no venden una escoba. Fíjate en la destreza de los comerciales jugando al solitario. Y si te detienes más de diez segundos ante el escaparate, probablemente salgan a echarte el guante, aunque les jures mientras te meten a rastras en la agencia que sólo te has detenido porque te está jodiendo la hernia de disco. Estando inmersos hoy en esta gigantesca locura que está a punto de estallar, no me extrañaría incluso que el Pocero de turno llegase a un acuerdo con el alcalde del municipio natal de E.T.. Compraría como rústico el solar de su célebre casa y a los pocos días, por una módica y negra suma para alimentar a los churumbeles del marciano edil, sería recalificado como urbano. Seguro que se forraría conmemorando su 25º aniversario con la construcción de una macrourbanización para sus fans aunque allí no llegue el teléfono, a la que pondría de nombre Eteña.

miércoles, 14 de marzo de 2007

Gordas y feas

En esta sociedad de locos en que vivimos, una de las nuevas enfermedades mentales que está causando la muerte de millones de mujeres en todo el mundo es la anorexia: uno de los trastornos más graves del siglo XXI y cuyas cifras desgraciadamente no paran de crecer. Nos han desmadrado tanto con la búsqueda de la eterna juventud, que parece que envejecer fuese un pecado mortal, cuando sólo es cierto lo segundo, y sólo para quienes que no han leído a Platón. Vivimos en la era de la efebocracia, donde cualquier niñato pijo con masters USA arrincona a profesionales que llevan muchos años en su empresa. Además, en los medios de comunicación no dejan de bombardearnos para que compremos compulsivamente cremas antiarrugas, geles, aparatos de gimnasia, productos dietéticos, crecepelos, etc. y así evitar que caigamos en una justificada depresión por lo gordos y feos que somos. Se ha impuesto lo que ahora se denomina “la cultura de la imagen”, o “todo por fuera, nada por dentro”. No es otra cosa que la dictadura de un modo de vida en el que no importa lo que eres, sino lo que aparentas. Y no te preocupes por convertirte en un espejismo de ser humano, pues es lo que se estila.

A lo ya citado habría que añadir un hecho que resulta demencial, en el estricto sentido de la palabra. Me refiero a la moda impuesta por los diseñadores de alta costura, de desfilar con mujeres que más parecen un tratado de anatomía andante que modelos de pasarela. Estos gurús del dedal son los culpables, por ejemplo, de que un verano no haya forma de comprarse una prenda azul, porque a ellos se les ha puesto en sus laureadas cabezadas. Pero eso es lo de menos. Lo peor son las consecuencias que en mi opinión se derivan de su condición sexual. Ojo, antes de que te me subleves, quiero aclararlo porque no es homofobia. Mi teoría es que, debido a que un porcentaje elevadísimo de estos diseñadores son homosexuales, están imponiendo un canon femenino de belleza absolutamente masculinizado. Si te detienes a pensarlo verás que es muy lógico, pues en realidad les gustan los maromos. Conclusión: modelos andróginas, ambiguas y, por tanto, sin curvas. Los desfiles han acabado convirtiéndose en un tétrico espectáculo de anorexia sobre la pasarela y fundas de porcelana entre el público.

Y otro dato demoledor para el bote: la inmensa mayoría de las anoréxicas son mujeres occidentales, de nivel sociocultural medio-alto. Toma del frasco, carrasco. Es decir, que es un mal endémico internacional pero que apenas se sufre entre la población menos favorecida del planeta. La razón, a mi juicio evidente, es que las personas que no tienen sus necesidades básicas cubiertas, difícilmente van a dedicarse a mirarse al espejo para ver si se parecen a Elle MacPherson. Y es que hemos permitido que el consumismo neoliberal nos obsesione hasta tal punto con el culto al cuerpo, que si los adultos hemos caído en esta trampa tan perniciosa, cómo no lo van a hacer los y sobre todo las adolescentes, que están todavía sin madurar física y mentalmente.

Por eso tú, que me estás leyendo ahora y que en el fondo estás harta de batidos milagrosos y dietas suicidas que cambian peligrosamente tu metabolismo, disfruta del milagro de la vida. Tengas la talla o la edad que sea. No te preocupes por no parecerte a ninguna modelo, pues lo más importante de todo ser humano es su interior. Desde aquí reivindico las mal llamadas tallas grandes, pues para muchos hombres siempre resultará más atractiva una mujer con curvas que un saco de huesos. Así que mírate al espejo y descubre lo sexy que eres, aunque en las revistas de tu peluquería no aparezcan mujeres como tú. ¿Y sabes por qué? Pues porque tú vales demasiado para aparecer entre esas mujeres de plástico que rellenan de silicona el papel couché. Por favor, boicotea también a aquellas tiendas que no tengan ropa de la talla 50, da igual que sea la tuya o no, así como a aquellas personas que justifiquen toda esta demencia, pues la gente así no te merece la pena. ¿O acaso crees que tendría algún sentido que los que calzamos todo un 44 tuviésemos que andar descalzos? Pues eso.

martes, 13 de marzo de 2007

El tocomocho culinario

Uno, que es de costumbres tradicionales pues mora en el Madrid castizo, jamás ha atracado en alguna de las paradisíacas islas del paladar que tanto furor causan entre los más ilustrados de nuestra sociedad. Quizá será porque a mí tampoco me guste ser atracado. ¿Qué tendrán esos cocineros para estar todo el día en boca de los intelectuales de la moda, cuando lo que debería de estar es su comida?. Desconozco si mi proverbial cobardía me permitirá arriesgarme a gastar en una comida doscientos euros y luego salir con hambre. Idiota que debe de ser uno, pues incluso podría cometer el sacrilegio de creer que estos Leonardos con mandil me han podido estafar.

Estoy absolutamente convencido de que las generalizaciones son injustas, y de que la inmensa mayoría de esos cocineros galácticos se preocupan de algo más que del márketing, supongo. No voy a citar nombres de aquellos cocineros que a mí, siempre desde una distancia prudencial, me han parecido unos cantamañanas, pues insisto en que nunca me he atrevido a pasar por sus restaurantes ni por sus cajas. Lo que sí puedo confesarte es que yo jamás sería crítico culinario de la guía Michelín, que tanta fama les ha otorgado, pues mi conciencia no soportaría tantas depresiones y suicidios por mi culpa. No obstante voy a permitirme citar dos restaurantes de tierras humildes, Ávila y Teruel, donde he comido de maravilla a precios muy asequibles, aunque creo que no aparecen en esa guía, ni falta que les hace. Uno se llama Casa Mariano, y ésta en esa pequeña sucursal del paraíso junto a la Sierra de Gredos llamada El Tiemblo. Sus carnes y sus legumbres son de campeonato. El otro está en Calamocha, tierra famosa por sus sublimes jamones, y se llama Asador Arturo, donde la carta no necesita traducción y se come opíparamente.

Si te has fijado, uno se llama Mariano y el otro Arturo, nombres muy poco internacionales. Así jamás podrán llegar lejos entre la crème de la crème. Lo suyo sería bautizarlos (eso sí, empleando Vichy Catalán) con un nombre francés o cualquier otro extranjero. Por ejemplo, si un restaurante se llama Comidas Paco, quedaría mucho más bonito llamarlo Françoise’s, dónde va a parar. Pero si nos encabezonamos y queremos que tenga nombre con aroma cañí, lo óptimo es emplear uno que no se entienda, porque de hacerlo pierde toda la magia. También sugiero la posibilidad de jugar al Scrabble e intentar formar palabras que parezcan francófonas, que más da que existan, si lo importante es que suenen muy fashion a la hora de contar dónde has comido. Pero el caso es que yo, que debo de ser un purista triste y rancio, siempre me quedaré con las comidas de los fogones de toda la vida. Las obras de arte en platos de postre a cien euros la unidad, las dejo para la legión de paladines que atesora esta nueva cocina. Yo me quedo con el arte intemporal de los trileros en el Rastro mientras me como un bocata de calamares.

lunes, 12 de marzo de 2007

Urgencias

En el libro inacabado de nuestras vidas, todos hemos protagonizado algún capítulo en las urgencias de un hospital. Ayer me tocó en suerte uno de esos episodios, siempre desagradable. Cómo no reconocer esas sensaciones de piernas pesadas y lumbago, ronquidos que dentadura asoman, relojes que no avanzan e incertidumbres que no paran. En la sala de espera nos observamos unos a otros, muchas veces con la mirada perdida, y otras con los ojos hacia arriba, como si pudiésemos escuchar mejor la megafonía por elevar nuestra mirada. Frascos de orina en la mano, brazos desnudos con una tirita, sillas de ruedas que entran y salen sin parar, desfile de vehículos de baja cilindrada sin patrocinadores guiados por unos zuecos blancos. Y llevamos ya dos horas y no nos llaman.

En esas salas de espera ves al padrino de boda con el puro en el bolsillo de una americana dos tallas menor; la niña que se ha partido el único incisivo que le quedaba sano tras probar una ley de Newton; el corrillo de hombres comentando lo de Messi; la pareja adolescente con cara de profiláctico demasiado barato; y ese par de mujeres enemigas de los foniatras, que se deleitan comentando las cicatrices que adornan sus cuerpos, cual toreros retirados ante un vaso de manzanilla. El murmullo hace sordo al de un bar, salvo cuando la megafonía anuncia las gracias de los enfermos informables. Sólo algunas personas, que parece que hubieran ido allí a pasar la tarde o supieran que lo suyo es de poca importancia y les va a tocar esperar, se muestran impasibles ante la voz femenina que con voz nasal empieza a cantar los nombres de los enfermos. Es como un bingo de batas blancas en el que esperamos que salga la bolita que queremos para dar un bote en el asiento, mientras los demás siguen esperando que haya más suerte en el próximo cartón.

Pero las Urgencias no son un juego, sobre todo para los profesionales que tienen que atender a tantos miles de enfermos ansiosos por ser examinados. Son gente joven, están empezando, y en ningún sitio como éste podrán aprender no sólo su especialidad, sino también de seres humanos. Resulta admirable que los mayores enemigos de la muerte, pues habitualmente salen victoriosos de su pelea diaria contra la parca, tengan también esa capacidad humanitaria para comunicarles a los pacientes buenas noticias, y a veces no tan buenas. Ellos no tienen la culpa de que las Administraciones prefieran robarnos jugando al Monopoly a mejorar la Sanidad, un derecho fundamental de la Constitución que dicen jurar. Ante esta manifiesta falta de medios, bastante hacen estos profesionales de la medicina con atenderte con su mejor cara cuando tienen a cientos de pacientes por explorar, algunos de ellos como la niña del diente roto, y otros como un hombre que todavía no sabe que se ha quedado parapléjico tras saltarse un stop. Estos médicos no son tan guapos ni famosos como George Clooney o Jordi Rebellón, pero cada día salvan vidas lejos de flashes y rendidas admiradoras: son nuestros héroes de carne y hueso, que además cuidan los nuestros.

viernes, 9 de marzo de 2007

Mujer contra mujer

Diariamente conocemos la noticia de otra mujer que ha sido asesinada por su marido o pareja sentimental. La cifra de víctimas crece de manera espeluznante y las autoridades no están sabiendo poner freno a semejante lacra. Desde mi punto de vista, aunque eso daría para otro artículo, tanta publicidad de los maltratadores en televisión está siendo muy perniciosa. Para mí sería mucho mejor legislar como es debido y no darle tanta repercusión mediática. Sin embargo también he de decir que, al socaire de esa violencia doméstica que está incrementando el porcentaje de población femenina en los cementerios, muchas mujeres están abusando despiadadamente de las denuncias de malos tratos. Me refiero a las denuncias falsas que se están acumulando en los juzgados de toda España. Si una mujer hoy quiere divorciarse de su marido, desplumarlo y encima quitarle la custodia de sus hijos, lo tiene muy fácil. Se presenta en un juzgado, lo denuncia por malos tratos, y con un poco de suerte le ha arruinado la vida. Qué más da que la denuncia sea falsa.

Dice el artículo 14 de nuestra Constitución que los españoles somos iguales ante la ley, sin posibilidad de discriminación por razón de sexo, religión, etc. Pues bien, la ley contra la Violencia de Género es manifiestamente inconstitucional, pues supone legislar para la mitad femenina de la población, y a la mitad masculina que los sodomicen. Una ley que, todo sea dicho de paso, han aprobado los padres de la patria en el Parlamento a pesar de que la mayoría de ellos son abogados y deberían de saber algo de constitucionalidad. Tiene delito la cosa. Sin embargo, y para mayor desgracia, cada vez mueren más mujeres en manos de sus maridos a pesar de que parecía que esta nueva ley iba a ser la panacea. ¿Qué diablos está pasando aquí?

Pues está sucediendo que, entre otras cosas, las propias mujeres también están haciéndose un flaco favor a sí mismas. Casos de denuncias falsas hay para aburrir, como denuncia José Díaz Herrera en su libro El varón castrado. Baste decir que algunas fuentes apuntan que más del 90% de las denuncias presentadas por mujeres lo son. ¿Y qué pueden implicar esos datos? Pues que al final acaben pagando justas por pecadoras. Llegaremos a un punto en el que cuando llegue una mujer a un juzgado denunciando malos tratos reales, la acaben remitiendo directamente al polígrafo de Cantizano. Siendo consciente de que éste es un problema demasiado complejo para hablar de él en un solo artículo, he querido esbozar mi pensamiento sobre esta realidad tan grave que es responsabilidad de toda la sociedad. Lo que está claro es que con denuncias falsas, carnaza televisiva y leyes inconstitucionales el problema no sólo no se está solucionando, sino que va de mal en peor. Pero esto no es culpa sólo de los hombres, sino también de miles de mujeres que están abusando repugnantemente de un asunto tan grave por simple venganza contra sus maridos. Porque hay muchas formas de matar a una persona, no sólo acabando con su vida.

jueves, 8 de marzo de 2007

Mujer trabajadora

Hoy me va a tocar hablar bien de las mujeres, para que luego no digan que no somos progresistas. A mí me parece muy bien que las mujeres se incorporen al mercado de trabajo, pues son capaces de hacer las cosas igual de mal que nosotros o incluso peor. Lo de la paridad también está muy bien, pero siempre y cuando demuestren su capacidad, porque de lo contrario es mejor que las cosas sigan como han estado siempre, pues tampoco nos ha ido tan mal. El caso es que yo me alegro de que exista la mujer trabajadora. A mí también me gusta ver en las reuniones, además de metrosexuales imberbes, nueva modalidad de maricones que además no dejan de hacerme la pelota, a una o varias mujeres con un par de tetas bien puestas que me permitan aliviarme de la dura rutina laboral.

Lo que me resulta descojonante es que ahora también quieran cobrar un sueldo como amas de casa. ¿Desde cuándo hay que pagarlas por ver la tele, tomarse el vermú y hablar por teléfono? Mi madre sí que fue una mujer ejemplar, de ésas que obedecía a su marido como es debido. Ya no quedan mujeres como las de antes, que sabían cocinar y servían siempre lo mejor de la olla al marido, pues para eso es el cabeza de familia. Si a mí me parece muy bien que la mujer trabaje, porque además tampoco viene mal un dinerito extra en casa, pero de ahí a creer que pueden hacer lo que les dé la gana, media un abismo. Sé que los hombres y las mujeres tenemos los mismos derechos, pero hay determinadas tareas que, como todo el mundo sabe, son propias de ellas: fregar, cocinar, atender a los hijos, a los enfermos y a los mayores de la familia... Nosotros bastante tenemos con el trabajo diario y con aguantar estoicamente que nuestra secretaria no deje de dar rupertas a nuestras platónicas pretensiones, pese a que les subimos el sueldo.

Por cierto, menos mal que ella me ha recordado que hoy es el día de la mujer trabajadora, pues casi lo había olvidado ya que anoche llegué a las tantas a casa tras ver con los colegas cómo perdía el Madrid. Demasiado golferío en ese vestuario. El caso es que a mí me parece bien que las mujeres asciendan en sus centros de trabajo, porque como he dicho antes yo soy un demócrata convencido y antes de ser alguien me aprendí el artículo 14 de la Constitución, aunque a fuerza de ser sincero creo que pocos más, ¡para lo que sirve!. Lo que tengo muy clarito es que nadie me podrá quitar de la cabeza la idea de que la mujer sirve mucho mejor que nosotros para las labores de abastecimiento, mantenimiento y cosas así. En cambio, como la mujer es la duda en sí misma debido a su inseguridad genética, no sirve para estar en las altas esferas donde hay que poseer una despiadada firmeza.

Yo debo de reconocer, porque para algo soy un progresista convencido, que a veces pongo la mesa y tiro la basura. Es más, en alguna ocasión en que ella ha estado enferma hasta he fregado los cacharros, no siendo menos cierto que luego me lo ha agradecido febrilmente. Tú ya me entiendes. Perdona, pero te tengo que ir dejando, pues dentro de unas horas tengo una cita con un nutrido grupo de feministas que celebra el día de la mujer trabajadora y tengo que preparar mi discurso para contentarlas hasta el año que viene. Tendré que decir las chorradas de siempre: que si tienen que cobrar los mismo que nosotros, que si están igual de capacitadas que los hombres, etc. Menos mal que acaba pronto y podré ir a jugar al pádel contigo mientras mi mujer lleva a los niños al dentista. Hasta la tarde, José Antonio. Besos a tu mujer.

miércoles, 7 de marzo de 2007

La boina

Antiguamente, en un día de viento como el que hoy azota la Península, hubiésemos visto por Madrid cientos de boinas volando, convirtiendo su cielo en un poderosa exhibición aérea del cubrecabezas patrio por antonomasia. Lo triste es que, aunque esta ciudad sigue teniendo una espectacular concentración de paletos por kilómetro cuadrado (y a mucha honra), nos hemos ido modernizando y ahora llevamos gorritos con un bumerán, mayormente comprados en los chinos. Pero ahora no quiero hablar del actual desprecio al birrete por antonomasia del pensamiento popular español, aunque quizá otro día glosemos sus excelencias. Hoy lo que nos reúne en torno a esta esquina del ciberespacio es la boina de mierda madrileña. Sé que no ha quedado fino, pero como aquí estamos entre amigos y además es su denominación popular, me permito la ordinariez.

Cualquiera que viva en las afueras, y aunque éstas estén ya prácticamente en Arcos de Jalón, puede constatar a diario que sobre los tejados de la capital tenemos una gigantesca boina de un color entre grisáceo y marrón. Desde dentro es imposible verla bien, pues al igual que los árboles no nos dejan ver el bosque, los humos no nos dejan ver la boina. Es todo un espectáculo ver esa cúpula gravitante sobre el cielo de Madrid, que se torna azulada sólo en puentes, Semanas Santas, vacaciones y demás fiestas de guardar. Desgraciadamente esa boina de polución tiene efectos devastadores para la salud, especialmente la de los sectores más débiles de la población: los niños y los ancianos. Sin embargo tanto la Comunidad como el Ayuntamiento de Madrid no dejan de lobotomizarnos con su publicidad institucional, como por ejemplo la que está ilustrada con fotos antiguas bajo el lema “¿Qué pasaría si nunca pasara nada?”. Yo en cambio propongo un eslogan alternativo: “¿Qué pasaría si dejara de haber zanjas?”.

El otro día leí en el blog Ciudadano M del diario EL MUNDO a una mujer que, ‘gracias’ a las obras públicas favorables al vehículo privado, había dejado de usar el transporte público. Y es que la apuesta tan descarada por el coche desde la Administración municipal, está provocando que sean cada vez más los reacios a moverse en transporte público. Es decir, que los dirigentes madrileños están promoviendo obras favorables al incremento del tráfico en Madrid, aunque la boina que tengamos sobre nuestras cabezas esté reventando nuestros pulmones. Un dato demoledor: las obras de la M-30 han multiplicado la contaminación por diez. Eso sí, los parquímetros, los rádares en túneles y las obras faraónicas están reventando las arcas municipales y los bolsillos de algunos. Especialmente los del alcalde, pues por ley él solito se embolsa un 2% del presupuesto de las obras públicas. ¿Sabes cuánto puede suponer el 2% del de la M-30? Muchísimos millones de euros, ya te lo digo yo. Ojalá algún día todos nos despojemos de nuestra boina particular, ésa que llevamos calada hasta los ojos. Mientras, dejemos que el viento nos libere hoy, aunque sea sólo por unas horas, de esta colosal boina de mierda que pagamos entre todos.

martes, 6 de marzo de 2007

Divorcio y mobbing

Hace pocos meses leí una noticia sencillamente demoledora que debería de invitar a una meditación casi tibetana: En el año 2005 se produjeron diariamente 408 rupturas matrimoniales en nuestro país. O dicho de otra manera, 17 divorcios por hora. Todo apunta a que estas cifras no dejarán de crecer, pese a que la Pantoja y Cachuli entre otros no pasaron por la vicaría. ¿Podremos llegar en el 2007 a contar con 300.000 divorcios más en España? La realidad es que, lamentablemente, esta noticia en la prensa sólo se habrá podido leer en un rincón olvidado de una página par. Seguramente que quedaría relegada por la de un pastor que se haya suicidado por desamor tras el rechazo de su cabra predilecta. Parece que el hecho de que las parejas heterosexuales y por ende las familias estén sufriendo una crisis sin precedentes, tiene menos importancia que la muerte de Belén Rueda en Los Serrano. Pero ¿por qué se le da tan poca importancia a estas cifras tan alarmantes?

Otra cuestión no menos interesante consistiría en analizar las causas por las que están creciendo desorbitadamente los divorcios. Yo creo que las grandes presiones a las que nos vemos sometidos a diario afectan letalmente a la vida en pareja. Actualmente quien más y quien menos trabaja de sol a sol, dedicando varias horas diarias gratis a la empresa. Y eso por no hablar del tiempo invertido en nuestro ovino transporte. El españolito se ha acabado convirtiendo en un híbrido de trabajador y esclavo. El mobbing que sufren los asalariados en nuestro país y contra el que no se quiere legislar debidamente, está siendo un elemento desestabilizador para el individuo. Y no sólo en el terreno laboral, sino también en el ámbito de su vida privada. Por eso creo que divorcio y mobbing están estrechamente vinculados. ¿Quién puede desconectar de sus problemas laborales cuando llega a casa?

Si el individuo, como ya está sucediendo, pierde el referente de su hogar, se encuentra mucho más vulnerable para ser manipulado al antojo de su empresa. Al Estado parece no importarle que las relaciones de pareja estén destrozadas, hasta el punto de servir de carnaza a los telediarios en los casos más extremos. Es más, incluso se podría afirmar que es el primer interesado en que entre nosotros nos llevemos fatal. Esas luchas intestinas provocan una soledad y un miedo en el individuo que lo vuelven mucho más manipulable. Poco a poco se logra que asuma su derrota. Así podrá ser un burro de carga dispuesto a lo que sea, con tal de lograr cumplir mensualmente con la hipoteca que no va a parar de crecer en los próximos años, al igual que sus impuestos. Mientras pueda seguir pagando sus deudas y también caiga un iPod fashion o algún que otro consumible de última generación de vez en cuando, aquí no pasará nada. El ser humano es esa papeleta dócil y solitaria, que tras introducirse en una urna ni siquiera podrá dormir el sueño de los justos durante los siguientes cuatro años. Su cónyuge se habrá ido a la cama de otra persona libre de embargos. Seguramente político o constructor, ya casi sinónimos.


lunes, 5 de marzo de 2007

Tratantes de ganado


Quienes me conocen bien saben que yo, hasta hace pocos años, fui un valedor de Madrid por donde quiera que fuese. Era como Gallardón pero sin casco, tijeras y comisiones. Me gustaba mi ciudad a pesar de todos sus inconvenientes, especialmente dos de ellos: el tráfico y su contaminación (más conocida como boina de mierda). En cambio, en los últimos años he comprendido que esta ciudad se ha desbordado. Cualquiera que lleve bastantes años viviendo aquí sabrá lo que quiero decir. La llegada masiva de inmigrantes que inunda la ciudad está siendo letal. Lo digo como lo siento, y aunque afirmarlo sea políticamente incorrecto y contrario al progresista talante oficial. Si éramos pocos parió la abuela que teníamos en el extranjero, y toda su prole se ha venido para acá. Conclusión: aquí ya no cabemos.

En Madrid, hasta hace sólo cinco o seis años, podías caminar por las aceras sin emular los eslalons de los Fernández Ochoa. Desde entonces, resulta imposible dejar de sufrir las consecuencias ineludibles de la impenetrabilidad de la materia entre los peatones. ¿Sabías además que en algunas estaciones de Metro hay empujadores, como sucede en Tokio? Viajar en el suburbano en hora punta es sentirse tratado como ganado. Eso sí, ganado con alfiler de corbata y tacón de aguja, una alta costura prensada al vapor. En cambio, los dos tratantes de ganado con coche oficial de la capital y la Comunidad, nos venden a diario una burra desdentada. Y ésa no es otra que asegurar que aquí se vive como en ningún sitio (ahora más que nunca porque se acerca el único momento cuatrianual en que el ciudadano importa). Supongo que hablarán de sí mismos, lo cual nadie en su sano juicio pondría en duda. Sin embargo la señora presidenta incluso ha llegado a quejarse de no llegar bien a fin de mes. A otro cerdo con esa bellota.

El pasado fin de semana tomé en la Comarca del Sobrarbe la dosis anual de vida social que recomienda la OMS. Recomiendo al lector por su fascinante diversión, hacer de vez en cuando pero sin abusar, un estudio ‘zooantropológico’. Pero a lo que iba. He recorrido durante dos días a pie y en coche sus deslumbrantes paisajes. Allí he comprendido cómo estos tratantes de ganado disfrazados de próceres madrileños nos toman el pelo. Nos han encerrado en una ciudad en la que es un lujo vivir, pero no por su calidad de vida sino por su precio. Y lo que es peor, parece que no tuviésemos escapatoria porque casi todo el trabajo se aglutina aquí. ¿Por qué en esta era de la globalización internáutica se siguen localizando las grandes empresas sólo en Madrid o Barcelona? Pues porque Vicente va a donde va la gente. Podría tener sentido esa centralización hasta hace pocos años, pero ahora ya no lo tiene.

Parece evidente que la capital de los ministerios está colapsada, basta ver sus carreteras y sus distintos transportes públicos. ¿Acabará produciéndose un movimiento de retorno a las provincias que se abandonaron hace décadas? Ése debería de ser el futuro: volver al campo o al menos a lasciudades pequeñas. Así los que quisieran podrían, por ejemplo, cuidar el ganado y no maltratarlo, como en cambio aquí hacen con nosotros Esperanza y Gallardón.

viernes, 2 de marzo de 2007

La paz sin la palabra

Progre: “dícese del antifranquista después de Franco”. Yo nací en 1975, cuando el dictador era, como decía la canción, “un cadáver, nada más”. Hace treinta y dos años, la gente que se manifestaba activamente contra el régimen conformaban un ínfima minoría. En cambio, al poco de su fallecimiento, surgieron antifranquistas hasta en el Valle de los Caídos. Incluso franquistas de toda la vida se cambiaron la chaqueta con una flemática diligencia. Entre los contrarios a Franco anteriores al 75 estaban una organización terrorista, la ETA, y un individuo llamado Fernando Sánchez Dragó.

El PSOE actual, liderado por un progre (recuerda la definición), se pliega ante ETA mientras simultáneamente pide la cabeza, más bien la lengua, del célebre escritor español. Resulta de todo punto inaceptable que un terrorista con veinticinco asesinatos a sus espaldas sea tratado con toda benevolencia por un Estado que, por encima de todo, debería de dar ejemplo, y al mismo tiempo persiga a las voces disidentes de los medios de comunicación. ¿Qué ejemplo da el gobierno español a sus ciudadanos? Pues que una organización terrorista puede chantajear a un gobierno impunemente, y que si no te gusta y lo dices eres un facha y vamos a por ti. Así de claro.

El PSOE en bloque apoya la decisión de dejar prácticamente en libertad a este terrorista. Sólo se escuchan algunas voces discordantes de socialistas que han dejado de salir en la foto para entrar en el patíbulo del partido. En cambio, en la Comunidad de Madrid, el acoso y derribo a Sánchez Dragó es continuo. Van a por él con la hilarante excusa de haber opinado que los madrileños somos muy sucios, y que los inmigrantes también lo son. Evidentemente las generalizaciones son injustas, y se puede estar o no de acuerdo con sus manifestaciones (yo lo estoy), pero de ahí a pedir su cabeza por esa memez, con la que está cayendo en España, es de aurora boreal.

¿O es que acaso en “este país” resulta más perseguida la libertad de expresión de un hombre libre que la organización terrorista que ha vuelto a matar en el llamado proceso de paz? Si la respuesta a esta pregunta es afirmativa, ¿a dónde nos llevan? La situación es altamente preocupante pues yo estoy convencido de que en el PSOE no son idiotas, más bien todo lo contrario. Siempre han sabido perfectamente lo que hacían. Siendo así, ¿están dispuestos a pagar el coste de excarcelar a De Juana, a poco más de dos meses de unas elecciones importantísimas? ¿Por qué han tomado esa decisión sabiendo que electoralmente puede ser nefasto para sus aspiraciones en ayuntamientos y comunidades autónomas? ¿Por qué tanta obsesión con amordazar a los críticos de una decisión tan infame como impopular?

Es famosa la expresión de Blas de Otero “pido la paz y la palabra”. Cuando la palabra es perseguida en aras de una rendición disfrazada de paz, podemos temernos lo peor. La paz y la palabra tienen que ir siempre juntas. Cuando hay que sacrificar a la segunda por la primera, es que algo muy turbio está sucediendo. Ha llegado la hora de que los ciudadanos alcen su voz contra un presidente revanchista, guerracivilista y mentiroso. Un progre muy peligroso.

jueves, 1 de marzo de 2007

La paloma

Las aves han sido utilizadas muy a menudo en todos los campos literarios, especialmente en la poesía y la música. Cualquiera puede recordar los balcones de las oscuras golondrinas rimadas por Bécquer. Podemos rememorar igualmente la paloma que se equivocaba de Alberti, también hecha canción, como lo es la habanera que te instruye por si a tu ventana llega un ejemplar de esa especie. Y eso por no hablar de la que le cuenta a una amiga que por amor quería ser gavilán, o de la que indujo una depresión equina en “Cucurrucucú, paloma”.

Independientemente del lugar donde vivas, estoy seguro de que habrás podido descubrir muchos balcones floridos. Resulta verdaderamente curioso observar en ellos la cantidad de CDs que cuelgan junto a geranios, petunias, pensamientos y demás macetas que llenan de vida y ornamento las fachadas de cualquier inmueble patrio. Un día me interesé por tan desconcertante costumbre, y me revelaron que se hace con el único fin de espantar a las palomas y evitar así que destrocen las plantas. Aun así, la Sociedad General de Autores Españoles, SGAE, también te cobra un canon por ellos. Me imagino que el sesudo razonamiento se basará en que, si las palomas han servido de inspiración a tantos autores, qué menos que cobrar los derechos de quien ha ingeniado para ahuyentarlas tan vanguardista idea con soporte tecnológico.

Yo propongo desde esta tribuna, movido por un ideal meramente altruista, que a la Sociedad Protectora de Animales se le reembolse el canon que nos cobra la no menos filantrópica SGAE, en compensación por los daños físicos y psicológicos que sufren las palomas debidos a sus CDs. Sin ánimo de ser extenso, quiero citar algunos de los trastornos que han empezado a constatar los veterinarios de la nueva ola: inanición, con su consiguiente pérdida de peso; ansiedad, por el susto al ser deslumbradas; problemas de identidad y depresión, cuando llenas de desolación el espejito-cd les revela cruelmente que no se parecen a Kira Miró. ¿Cómo podemos llegar a ser tan desalmados con unos animales cuyas canciones nos han servido para aliviarnos de un desamor o amenizar la espera en el dentista? Para que luego digan de las corridas de toros.