Agosto puede ser un buen momento para reflexionar sobre nuestro nada halagüeño futuro. Algunos recientes datos empiezan a ser muy alarmantes. Empecemos por la burbuja inmobiliaria. Ya ha empezado a desinflarse, aunque lo hace controladamente, por ahora. Quienes no hayan comprado un piso todavía están de enhorabuena, mientras que quienes sí lo hicieron en los últimos años lo han hecho a precios máximos y desorbitados.
El euribor sigue subiendo, estando ya al 4,5%. Mi pronóstico es que acabaremos el año al 5%, y como Trichet siga emperrado en subir los tipos, probablemente durante el 2008 alcance el 6%. Si esta predicción fuese acertada, supondría la ruina (sí, sí, la ruina) para millones de personas en nuestro país. La subida de la cuota hipotecaria sería tan fuerte que muchos de los endeudados tendrían gravísimos problemas para seguir pagando. Quiero apuntar un dato: en España hace menos de dos décadas los tipos de interés rozaban el 20%. Es decir, que el 4,5% actual todavía es irrisorio.
Debido a esos intereses tan bajos, nos hemos lanzado a comprar desaforadamente, como si no hubiera mañana. La estrella ha sido el pisito, pero también hemos pagado a crédito coches, televisores de plasma, vacaciones por todo lo alto, etc. ¿Cuándo se habían visto en nuestras carreteras tantos todoterrenos? Y el petróleo en máximos históricos. La fiebre consumista ha llevado a muchísimos ciudadanos, tanto españoles como inmigrantes, a endeudarse a lo loco. Pero, ay, amigo, las deudas hay que pagarlas porque a Botín (apellido ideal) no le gustan los morosos.
Como se ha terminado el festival crediticio, el ritmo infernal de construcción de 800.000 viviendas anuales toca a su fin. ¿Qué va a ocurrir aquí en dos años cuando se construya la cuarta parte que hoy? ¿Qué pasará cuando se vayan al paro cientos de miles de obreros de la construcción? Hoy hemos conocido que el desempleo ha subido en el mes de julio cuando, históricamente, siempre ha bajado en verano. Pese a todo, los inmigrantes no dejan de llegar a España. Dos de cada tres que vienen a
¿Puede un país pobre absorber más inmigrantes que el resto de
3 COMENTARIOS:
Haces un negro balance sobre la actualidad y el futuro y, aunque no es para menos, no podemos pensar siempre en plan negativo. ¿No decías que lo que se piensa a menudo es lo que se atrae?
Tienes toda la razón, no predico con el ejemplo. De todas formas, uno puede influir muy directamente con sus pensamientos en su vida personal. Hacerlo en la trayectoria de un colectivo como un país o un continente es mucho más complejo.
Te confesaré que en mi vida sí intento poner en práctica las enseñanzas metafísicas, pero lo de cambiar el mundo con mis pensamientos es algo a lo que todavía no he llegado, ni sé si podré hacerlo algún día.
Los datos expuestos en el artículo son muy contundentes, y tampoco podemos ponernos una venda en los ojos ante semejante panorama.
Gracias por tu opinión
Fernando
A veces es bueno ser un poco agorero. Dicen que un pesimista es un optimista con información, y estoy totalmente de acuerdo. No podemos cerrar los ojos ante lo negativo y creer que la vida es maravilloso, que todo es bonito, que la desgracia y pobreza no existen, y demás castillos en el aire. TANA
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