Gracias a la vida : Verdad, Bondad y Belleza

miércoles, 10 de octubre de 2007

Gracias a la vida

Siempre se ha dicho que una línea muy fina separa la vida y la muerte. Unos metros, unos segundos, pueden ser decisivos para que permanezcamos o desaparezcamos de nuestra realidad espacio-tiempo, para que el espectáculo pueda continuar o bajemos definitivamente el telón de nuestro teatro ambulante. Si no hubiera estado allí aquella tarde, si hubiese frenado a tiempo, de no haber sido por esa vecina que me entretuvo contándome las matrículas de sus nietos... Cuántas veces habremos pensado en situaciones que comenzaron como simples anécdotas y acabaron decidiendo nuestras vidas. De cuántos trenes nos habremos bajado o subido en marcha, escribiendo así lo que la humanidad llama destino.

Somos más de seis mil millones de habitantes en el planeta. Mientras terminas de leer este artículo habrán muerto varios de ellos, por los que seguramente no tendrás que acudir a un funeral acompañando sentimientos, como si el dolor pudiera compartirse. Ayer, sin embargo, un país entero comenzó a preparar el luto mientras ponía la mesa. Y todo porque unos desgraciados se creyeron legitimados para fijar el día y la hora del final de la vida de uno de los ciudadanos del mundo. Algunos medios incluso anunciaron su muerte, y dos lágrimas cayeron sobre un plato de lentejas por quien, hasta ese momento, era sólo otro inquilino anónimo de la vida. Pero ésta ayer quiso ser benévola, y escoltó agradecida a quien a su vez arriesga la suya por la de los demás. Afortunadamente un hombre volvió a nacer, y como su madre no estaba en casa, que diría Gila, la llamó inmediatamente, eso sí, con un móvil.

De la desolación inicial pasamos a una súbita alegría. Contra todo pronóstico, la vida había ganado esta vez la partida a una muerte anunciada y segura. No sabemos si se salvó por la divina providencia o por la suerte, dependiendo del credo de cada cual. Pero sí que un inocente, una persona hasta ayer anónima, como tú y yo, podrá volver a su tierra llevado por sus propios pies y no por hombros ajenos. El destino no ha permitido que unos cobardes lo mataran cuando iba a regresar a casa. Mientras las ratas permanecen escondidas en sus alcantarillas, a la espera de nuevas y macabras órdenes, la libertad saldrá del hospital, chamuscada, eso sí, pero con entereza y la cabeza bien alta rumbo a Zaragoza. Allí estarán la Virgen del Pilar y su ofrenda de flores, los mantones de Manila, las jotas y los cachirulos, en una fiesta popular donde vecinos y visitantes nos juntaremos sin distingos, para celebrar un año más que la vida sigue. Menudos son los maños.

1 COMENTARIOS:

COCONUT dijo...

UN SALUDO FERNANDO


CIERTAMENTE TODO LO QUE DICES ES CIERTO