Desde hace décadas la miseria al por mayor crece entre incineradoras, vertederos y escombreras. Los parias de la tierra que genera Madrid suelen acabar en el mayor terreno ocupado ilegalmente de toda España. Allí no existe la propiedad privada, ni los impuestos, ni tan siquiera los concejales. Como no todo iban a ser buenas noticias,
Según denuncia
Los informativos en televisión están poniéndose las botas con las espectaculares imágenes que están grabando a diez kilómetros del Pirulí. Probablemente alguno de los talentos de TVE que está recortando la plantilla, pero no su propio sueldo, esté planteándose suprimir la corresponsalía en Oriente Medio, que sale por un pico. Bastaría con mandar a
Bajo ese ambiente prebélico más propio de Gaza que del extrarradio de una capital europea, subyacen dos dramas ante los que solemos mirar hacia otro lado. Por una parte la pobreza, pues sus habitantes son la escoria de una sociedad que pretende depurarlos junto a una incineradora. Y por otro la delincuencia y la drogadicción, consecuencia directa de la citada miseria. Aun así, sus desesperados habitantes están dando a todos los telespectadores una sobrecogedora lección de solidaridad. Un concepto que para ellos todavía conserva intacto su auténtico significado. Nosotros podemos seguir votando a la presunta izquierda, leyendo El País o Público, declarándonos progresistas e insultando a Bush y a Aznar. Pero mientras la indigencia siga creciendo en nuestras cloacas, suplico que ningún hipócrita me hable solemnemente de igualdaz o solidaridaz, que cambio de canal.
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