El horario infantil : Verdad, Bondad y Belleza

martes, 18 de septiembre de 2007

El horario infantil

A la vuelta del colegio, en mi ya lejana infancia, devoraba bocadillos de chorizo de Pamplona mientras leía en un Superhumor las aventuras de Zipi y Zape, Mortadelo y Filemón, Pepe Gotera y Otilio, El botones Sacarino, y tantos otros entrañables personajes cuyas atolondradas existencias divertían una niñez solitaria pero probablemente feliz. Ahora pienso que aquellas migas que cayeron entre sus hojas pudieron servir para alimentarlos cuando yo cerraba el libro hasta la próxima, que sería muy pronto. De algún lugar tenían que sacar la energía para representar una y otra vez la misma función, entonces no había vídeo, y lograr que su único espectador la disfrutase tanto como el primer día, como esos bocadillos que nunca sabrán como entonces. Sería interesante descubrir en qué momento de nuestras vidas nos extraviamos para siempre.

Los niños de los ochenta disfrutábamos con Barrio Sésamo y sus inmejorables Espinete y Don Pimpón, Epi y Blas, el conde Draco, Coco y demás entrañable fauna. La tarde entonces era nuestra, como el sabadete night de los adultos en edad de gozar, mientras nosotros soñábamos con el hermanito que vendría de París y los Reyes Magos de Oriente. Sobre todo con estos últimos. Han pasado veinticinco años -¿tantos?- en los que hemos traicionado a los bocadillos con sandwiches y a los vasos de Colacao con el Actimel. Son los nuevos dogmas de la pedagogía moderna, que aconseja un relevo generacional uniforme en su educación, vestimenta y alimentación. Como uniforme es la programación televisiva con que, por un puñado de euros, se mancilla impunemente su inocencia.

Si un niño español enciende esta tarde la tele sin artificieros que lo asistan, verá que nuestros María Luisa Seco y Torrebruno han sido suplantados por María Patiño y Jaime Peñafiel; Tom y Jerry por Isabel Pantoja y Julián Muñoz; Willy Fog por Pocholo; Los Cinco por los Dieciséis de Gran Hermano; David el gnomo por Jorge Javier Vázquez y Tom Swayer por Paquirrín. Nuestra fauna era educativa y tierna. Ésta es caza mayor. Lástima que no suelten al Rey por los distintas cadenas para hacer tiro al plató televisivo.

Los niños son violentados por pederastas que se están propagando por la red, como un devastador virus que sacude nuestras miserables conciencias. Pero también lo son por programadores televisivos que no respetan la sagrada infancia. Unos violan sus cuerpos y otros sus mentes. Mientras en el tercer mundo con sólo cinco años les entregan armas para matar y morir, aquí, en el supuestamente primero, los aniquilamos con mayor sutileza. Malditos demagogos quienes defienden Educación para la Ciudadanía, en las mismas cadenas donde diariamente extravían a una infancia que ya sólo les importa como consumidora de basura a precio de oro.

1 COMENTARIOS:

Anónimo dijo...

Es una auténtica lástima lo que se está haciendo con la programación infantil, que es suprimirla en su totalidad. Con semejantes actos ¿qué podemos esperar mañana de los adultos, niños hoy? Si no se les forma con una educación acorde a sus sentidos, ilusiones, sueños y necesidades, el resultado será nefasto. Lo malo es que prima más la alta audiencia que el interés por emitir lo acorde a cada horario.

TANA