La saturación informativa de Internet conlleva que cualquier vecino de este planeta pueda conocer al instante lo que acontece en una isla perdida en Honduras, que España se hunde y se nos han acabado los salvavidas, o que la heredera del imperio Hilton nos ha salido casquivana. Sin ir más lejos en este blog hablamos de los aconteceres de los días, por si alguien se quiere interesar por algo más que el Zaragoza-Real Madrid del próximo sábado. Y aunque puedas encontrar en la red páginas cuyos contenidos son de lo más variopinto, nadie puede hacer competencia a la temática predominante. Obviamente me estoy refiriendo a aquello que a los niños de los ochenta nos contaban con una abeja y una flor, como si fuera una canción de Nino Bravo.
Si en cualquier buscador introduces las palabras sexo o sex, encontrarás millones de enlaces. No te puedo decir cuántas páginas dedicadas a la carne hay exactamente en internet, pues mientras lees este artículo seguramente habrán surgido una centena más, a lo que debo añadir que me ha resultado imposible entrar en todas para dar fe de su existencia, pero estamos en ello. Antiguamente la pornografía era sólo para hombres; ellos les pedían a sus mujeres que les hiciesen no sé qué contorsionismos que habían visto en la peli del videoclub. El festejo siempre acababa en urgencias con un esguince en sálvese la parte. Ahora son ellas, por la igualdad de sexos, paridades y demás, quienes también se han aficionado a la navegación erótico-festiva.
Hasta anteayer, las clínicas de cirugía estética hacían liposucciones, lipos para los amigos, inyectaban colágenos en los labios y, sobre todo, implantaban silicona en los pechos como quien rellena un roscón con nata. Pero desde que ellas se las han visto y calibrado a esos superdotados percherones, quieren que su Mariano tenga una igual: larga, gorda y duradera. Por más que les expliques que la tele engorda, y que esos miembros no son así al natural, ellas no tragan, con perdón. Así que Mariano tiene que ir al médico a explicarle su problema empleando todo tipo de metáforas. Lo que hubiese disfrutado Quevedo escuchándolo en la consulta del urólogo.
Creo que fue en Cuatro donde vi el otro día un reportaje en el que, dispuestos sobre una mesa, te ofrecían distintos trozos de carne. Yo me creí que estaban en un mercado, grabando en una casquería, o en una feria de tapas de la nouvelle cuisine, pues me pareció ver unas criadillas crudas. Sin embargo, ignorante que es uno, descubrí que en verdad eran implantes a elegir, preparados para ser injertados a todo varón cuya santa estuviese descontenta con el tamaño de su manubrio. Cambié de canal por amago de desvanecimiento y se me apareció un imitador de Rafael Farina, que bien lo podrían haber incluido de secundario con un par de líneas de texto en Curro Jiménez.
Pese al aspecto rudo y varonil de esos hombres con aspecto de bandoleros, una nunca sabe cómo le va a funcionar en la cama hasta que lo cata. En esa época del Algarrobo y el Estudiante repetidor, si el sexo no funcionaba la culpa era siempre de ella. Hoy, si no marcha el motor, te mandan al taller hasta que te devuelvan hecho un hombre como los de Internet. Así que ya sabes, Mariano. Si quieres que tu mujer tenga unas tetas rocosas, ya puedes ir tú también pidiendo hora para que te injerten como a un geranio. No somos nadie.
3 COMENTARIOS:
Hola Fernando. Quería agradecerte el comentario que dejaste en mi blog. Sin duda, son los comentarios como el tuyo los que animan a uno a intentar dar lo mejor de sí mismo a sus lectores.
Está claro que el porno es el negocio más rentable de internet, pero también te digo que jamás me implantaría un trozo de carne pútrida y desconocida en mi herramienta amorosa XD Se me revuelven las tripas solo de pensarlo...
PD: He añadido tu blog a mi blogroll mensual que pondré a finales de Junio.
Un saludo ;) Ciao
Ya era hora de que también a los hombres se les exigiese lo mismo que la sociedad nos ha exigido a las mujeres. Ahora, si la mujer no tiene unos senos grandes, no vale nada, si no tiene la 42 como máximo, la consideran gorda, y si sus glúteos son celulíticos, para qué te voy a contar. A partir de ahora la cosa se va a equiparar con las mismas insensateces. Tonta la mujer, tonto el hombre. Personalmente, jamás le pediría a mi hombre que se hiciese ningún injerto. TANA
Las malas artes traen consecuencias perniciosas. Se considera a la Viagra como la séptima maravilla mundial, pero está trayendo muchos problemas de salud. Y no digamos de los injertos mencionados.
Profesor Sibelius
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