Cuando los grises, manifestarse era otra cosa. Ya te podías andar con ojo para que no te lo saltaran de un porrazo mal dado, o bien dado, según se mire. Quién no recuerda las carreras de los estudiantes delante de las porras como una de las fotografías más simbólicas de los últimos estertores del franquismo. Cuántas sobremesas españolas habrán sido amenizadas con dichas carreras. Lo más curioso es que cada narración siempre era distinta de la anteriores. Y es que era costumbre aprovechar la copita de anís para añadir literatura y épica a tan febriles relatos. Hasta tal punto que ya no sabías si te estaban contando una huelga estudiantil o el sitio de Zaragoza.
Sin embargo, como ahora son legales, los españoles le hemos cogido el gusto a las manifestaciones y ya no hay mejor plan para el fin de semana. Ni más barato, pues entre el mileurismo y el euribor anda la cosa muy achuchada. Actualmente ya no se carga el coche con tres maletas, cuatro bolsas, el perro y la suegra, para pasar el fin de semana en el pueblo. Eso es algo desfasado. En el 2007 lo que se estila es irse de manifa. Como a los nacionales nos gusta la calle, por algo somos el país que más jarana y cachondeo exporta allende nuestras fronteras, qué mejor forma de tomarla que con pancartas, pitos, banderas, megáfonos y eslóganes que sonrojarían a Leonardo Dantés. Desde que Carlinhos Brown estuvo en Madrid, hasta las dos Españas han salido a la calle a desenterrar muertos y enterrar la transición.
De todas formas, no sé si te habrás fijado en que existen dos tipos de manifestaciones: las que cuentan con una presencia de manifestantes muy superior a la de policías, y aquéllas en que la proporción de policías llega a estar por encima de la de manifestantes. Las primeras suelen ser las organizadas por el PP o el PSOE. Como son tan multitudinarias resultaría imposible igualar con policías el número de manifestantes, máxime porque tras el juicio del 11-M unos cuantos tendrían que entrar en la trena para quedarse. Luego están las segundas, que suelen estar organizadas por asociaciones que nada tienen que ver con el poder político. Manifestaciones antisistema de pepitos grillos que nos alertan de los problemas reales motivados por la corrupción del Estado. Antes de comenzar cualquiera de estas marchas, un rebaño de lecheras toma el corto recorrido de la manifestación, porras en mano, por si acaso algún melenudo se me quiere pasar de listo. Viva la democracia.
Sin ir más lejos, esta mañana el Sindicato de Estudiantes ha organizado una en Madrid. Eran unos pocos cientos, para decenas de lecheras repartidas por el recorrido de la manifestación. El motivo de la misma: el Decreto de convivencia en las escuelas. Al parecer la Administración pretende, otro cantar es que lo logre, que haya un cierto orden en las aulas. Más que nada para que los profesores no tengan que acudir con escolta a enseñar sistemas de ecuaciones, mientras un alumno cariñoso les llama fachas de mierda. Por si fuera poco, Greenpeace convoca otra para el próximo sábado contra el cambio climático, en la que se invita a los manifestantes a llevar un lazo verde en la solapa. O sea, para cada manifestación, un lazo. Si algún empresario textil me está leyendo, le propongo la confección de un “traje de manifestación”. Podría ser cualquier vestimenta que incluyera los lazos de todos los colores reivindicativos, y así no nos haríamos un lío con el que toca para hoy.
Y por si se te queda corto el programa de fiestas, no te preocupes, que para eso estamos. El próximo sábado, también en Madrid, tienes otras dos manifestaciones por el precio de una. El motivo: protestar contra el plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara occidental. Así que si te tira más el sur, no te las puedes perder. Creo que convendrás conmigo que las manifestaciones han perdido el romanticismo y la utopía de antaño. Que ahora exista una agenda de manifestaciones, como si fuese la revista TP, con contraprogramaciones de última hora y todo, las desvirtúa en buena medida. En cualquier caso las porras de alta definición siguen sabiendo como las de blanco y negro. Y si no me crees, atrévete a protestar contra los gravísimos problemas sociales causados por los irresponsables que nos desgobiernan.
2 COMENTARIOS:
Las manifestaciones sólo son el recurso del pueblo para expresar su sentir sobre algo en concreto. Utilidad: ninguna. Vaya por delante que los organizadores se llevan un buen dinero por algo que, a la larga, sólo frustra más al pueblo. Y mientras, la capital del reino sufriendo los contratiempos de tanto gentío aglutinado en torno a su famosa y ahora destrozada Puerta del Sol.
Profesor Sibelius
He asistido a montones de manifestaciones y nunca han servido para nada. Sólo pegas cuatro gritos, te desahogas y te vuelves a casa pensando que el mundo va a cambiar. Luego, va y no cambia, y te tiras de todos los pelos y vuelta a manifestarte, y así te pasas media vida mientras ves que, eso por lo que tanto luchas, no sale adelante. Hay que pasar a los actos; llorar y protestar no sirve para nada. Si esas manifestaciones se acompañasen con acciones contundentes, no le quedaría más narices al gobierno que escucharte y hacerte caso. Los problemas se resuelven con menos palabras y más actos, con más contundencia. TANA
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