Dice Boadella que hasta hace no muchos años, daba gusto ser catalán. Allá por donde iban eran recibidos entre aplausos, vítores y aplausos. Hasta tal punto que si se dejaban querer un poco les invitaban a comer, sacándolos a hombros en la sobremesa con un habano en los labios y otro en el bolsillo. Eran los tiempos del tardofranquismo, con Serrat, Raimon y Llach. Cataluña era vista desde el resto de España con admiración, siendo considerada la vanguardia de un país triste, pobre y tímido de libertades. Cataluña era Tarradellas y su balcón de
Esos niños pasaron la noche anterior en vela pensando en que al día siguiente iban a jugar la final de un Mundial, en lo orgullosos que iban a estar sus padres, en lo que iban a fardar en el colegio, y también en que si metían un gol se lo dedicarían al abuelo que murió el mes pasado. Sueños infantiles disfrazados de Drogba, Villa o Ronaldinho. Para himnos estaban ellos. Todos esos niños, como otros miles de infantiles en toda España, llegan muchas noches a casa con el barro hasta las rodillas. Derrengados, pero felices. Cada madre espera al suyo con un ColaCao bien caliente. Ella, secretamente, sueña con protagonizar un día el anuncio con su niño, como la mamá de Pedrosa. Y el padre, como loco, espera que algún club de los grandes le adelante el primero de los muchos millones de euros que vale su chaval.
Es indiferente quién o quiénes hayan dado la orden a los chavales del Barça de no salir al campo cuando sonaba el himno nacional. Sólo sé que un momento bello, pues el deporte en esas categorías siempre lo es, ha quedado ensombrecido por unos paletos. Gracias a ellos hoy ya nadie se acordaba de felicitar a los niños que han ganado el Mundialito. Las portadas están dedicadas al uso torticero que unos adultos han hecho de uno de los días más felices de sus vidas.
2 COMENTARIOS:
Los nacionalismos, a la larga, traen estos lodos, y pagamos todos, justos y pecadores. ¿Qué culpa tienen unos ilusionados chavalines de que sus mayores sólo tengan cabeza para calzarse la barretina hasta las orejas? Les han quitado la ilusión por el espectáculo, la ilusión por ganar, la ilusión por estar en la gloria y boca de las gentes al menos unos días ... Todo por un absurdo entendimiento de lo que algunos llaman Paysos Catalans. Cazurros y paletos siempre los habrá, aunque vayan disfrazados de vanguardistas y europeístas. TANA
Considero que el futbol embrutece al personal. Todavía no he visto a ningún intelectual en las gradas, asistiendo con un bocata de chorizo a ningún partido. No es que ellos sepan más que los demás, pero creo que hay cosas más interesantes que ver; además, la violencia que genera es tremenda. Es una apreciación personal, por supuesto. Profesor Sibelius
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