Atrincherado, para eludir en la medida de lo posible a los malditos pólenes, y con la nariz y los ojos congestionados. Así os escribo hoy, va por vosotros. Como cada 11 de mayo he inaugurado mi alergia primaveral o fiebre del heno, lo que me hace pensar que lo del reloj biológico va a ser cierto también cada 365 días. Sé que me esperan varias semanas de consumo masivo de kleenex, pero lo llevo con resignación y sin ayudas farmacológicas. Hace más de una década me vacuné, y apenas noté las ventajas de hacerlo. Eso sí, cada banderilla costaba como si la pusiera José Tomás, para alegría de las arcas del laboratorio francés que fabricaba tan inútil producto.
Los precios de las vacunas son, en muchas ocasiones, inversamente proporcionales a su eficacia. Por eso quiero plantearos la siguiente cuestión: ¿interesa realmente acabar con las alergias? Son muchos los reputados investigadores que, contracorriente, afirman que las vacunas no sólo no son solución, sino que incluso debilitan gravemente nuestro sistema inmunológico. Pese a ello, aquí vivimos rodeados de padres Vicentes, que deciden vacunar a sus hijos “porque lo hace todo el mundo”. Es normal que los progenitores deseen que sus bebés crezcan sanos y fuertes, para así poder destrozarles la vida cuando crezcan sin cargo de conciencia. Pero tampoco estaría de más que se informaran, pues muchas veces se vacuna por vicio, ya que las enfermedades infantiles no son tan fieras como a menudo nos indican. Nuestro sistema sanitario está montado de tal forma en torno al negocio de las vacunas que, ante la duda, hay que vacunar.
¿Acaso no se estará persiguiendo debilitarnos desde la infancia, para conseguir adultos enfermos, que necesiten medicación habitualmente? Hace treinta años, los niños solían recibir tres vacunas. Hoy son más de veinte. En España, sólo en los primeros seis meses de vida, se inyecta a cada bebé dieciocho virus y bacterias diferentes. Casi nada. Si a eso le añadimos que existen estudios que vinculan directamente el autismo con la vacunación indiscriminada, la polémica está servida.
Durante años recurrí a la homeopatía de mi amigo y maestro Sergio Portales, y me fue mejor que con las vacunas. Actualmente he optado por dejar que sea mi sistema inmunológico quien se defienda solo. A ver si unos granos de polen van a poder con un tío de noventa kilos. Pero mientras muchos nos resistimos a debilitar nuestra salud y nuestros bolsillos con las vacunas, la fiebre del heno está alcanzando proporciones de epidemia en Europa. Si el número de alérgicos no para de crecer, ¿realmente sirven para algo las vacunas?
Yo mamé hasta los diecinueve meses, y muy mal no me ha ido. De hecho la mejor defensa para los bebés es la leche materna, y además carece de efectos secundarios. Por desgracia, la demencial vida moderna está alumbrando generaciones cada vez más débiles, pues a las madres les resulta prácticamente imposible amamantar a sus hijos. En muchos casos es por razones de trabajo, en otros, los menos, por simple comodidad. Por eso, si eres madre y quieres lo mejor para tu hijo, dale de mamar. Un pecho de mujer vale más que toda la industria farmacéutica mundial. No sólo refuerza magníficamente las defensas, sino que también consuela más que el mejor antidepresivo.
7 COMENTARIOS:
Totalmente de acuerdo contigo en lo da los intereses de las multinacionales entorno al negocio de las vacunas, así como con lo de la lactancia materna.
Yo también sufro de alergia al polen, pero me parece que dejar al sistema inmunitario que se las arregle solo en esto no sirve, puesto que tengo entendido que es precisamente el sistema inmunitario el que se auto-ataca al contacto con el polen, invierte las órdenes. Y es cierto que la población europea cada vez está más debilucha para luchar contra los gérmenes, precisamente debido al exceso de esterilización existente en las sociedades modernas. A este efecto, et recomiendo que veas un Documental hecho por Documentos TV de TVE llamado "El cuerpo en guerra: enfermedades autoinmunes". Saludos.
Yo también soy alérgica al polen. Debo confesar que jamás me he vacunado porque creo totalmente en la medicina natural, de la cual echo mano en esos temas. Con mis hierbas y teniendo precaución a base de bien, procuro paliar mi rinitis alérgica, que ya casi ha pasado a mejor vida, porque me vino asma. Tuve varios episodios fuertes pero, con cuidado, logro evitar nuevas crisis sin usar inhaladores. No creo en absoluto en las vacunas. Todos los que conozco que se han vacunado no han experimentado ninguna mejora. TANA
Mi hijo mayor fue alérgico durante muchos años, comenzando su alergia en la niñez más temprana. No sabemos a qué se debe pero un buen día, tras numerosos cuadros asmáticos de urgente ingreso en hospital y con casi 25 años, su alergia desapareció. En su momento tuvimos que acudir repetidamente a las vacunas. Tal vez su curación se debiese a ello o fuese espontánea pero, no obstante, aconsejo que sí se vacune todo aquel que sufra cuadros agudos. El shock anafiláctico al cual mi hijo estuvo expuesto en varias ocasiones es demasiado grave como para tomarlo a la ligera o confiar en que se pasará por sí solo.
Profesor Sibelius
Gracias a todos por vuestras respuestas. Evidentemente hay casos muy graves, que requieren un tratamiento farmacológico contundente para evitar un daño irreparable, como comenta el Profesor Sibelius. Lo que sucede es que esos casos no son, ni mucho menos y afortunadamente, habituales. ¿Sabíais que oficialmente la medicina sólo considera como efecto secundario de una vacuna, aquél que acontezca dentro de los quince días posterios a su empleo?
Lo mejor es emigrar a zonas de mar, donde la vegetacion no es tan abundante y no te coje el moquillo cada dos por tres .......
Yo me trato con medicina natural, que es mucho mas sana. Las vacunas me dan grima.
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