Morirse no es buen negocio : Verdad, Bondad y Belleza

miércoles, 30 de mayo de 2007

Morirse no es buen negocio

Supongo que ya sabrás que una mujer neozelandesa de 44 años ha fallecido por morosa. No pienses que alguien ha contratado a profesionales liberales fanáticos de Robert DeNiro, para que en la próxima vida ella se lo piense mejor. Sus asesinos no calzaban mocasines ni se emocionaban escuchando canciones napolitanas. Ha sido una abstracta y estricta compañía de la luz, encarnada en un gualtrapa ataviado con mono y caja de herramientas al hombro, quien ha practicado esta eutanasia. Y es que el código deontológico de las empresas eléctricas no dice nada de que sea ilegal cortar la luz a una enferma que necesita un respirador para seguir viviendo. Ya veremos si la nueva Endesa, sin Pizarro, no acaba haciendo lo mismo. Por lo pronto ya lo persiguen dos guardias civiles de paisano, y me imagino que con regulares intenciones.

Desconozco si esa mujer quería seguir viviendo en su estado. Aun así, es obvio que un subcontratado de una empresa eléctrica no es la persona adecuada para poner fin a la vida de nadie. La electricidad, ese gran invento de Thomas Edison, ha servido para matar a miles de reos sentados de manera nada recomendable. En países como Estados Unidos existen personas honorabilísimas que se creen con todo derecho a dar cita a la parca, como si fuese para el dentista. Y acto seguido van a misa y cantan el Dios bendiga a América. El caso de esta enferma neocelandesa es igualmente una ejecución. Únicamente se diferencian en que los de la silla mueren por un exceso de voltaje, y ella por falta del mismo. Pero ambos son fallecimientos dictaminados por la mano del hombre.

El mayor problema de la protagonista de esta noticia no era su enfermedad, sino su pobreza. De hecho ha muerto por pobre. Una miseria rechazada por una sociedad vil, que sólo aplaude y vitorea a los enfermos ricos, como Rocío Jurado. Y los pobres que se mueran hacinados y tras un biombo en pasillos de la Seguridad Social, que yo sólo quiero entretenerme con el Tomate. Aquí unícamente nos importa la gente que da dinero hasta después de muerta, como la citada chipionera, cuyo cadáver siguen zarandeando tanto su familia como las televisiones. Será para comprobar si todavía le queda algo de calderilla.

Casos como el de Ramón Sampedro, reflejados en la soberbia Mar adentro, nos abrieron los ojos sobre la eutanasia, un problema que la sociedad prefiere obviar. Quizá muchos enfermos terminales, desesperados y hartos de vivir asistidos artificialmente, tras conocer esta noticia encuentren en la morosidad el final de sus problemas. Quién les iba a decir que el capitalismo salvaje, ahora llamado eufemísticamente neoliberalismo, podría acabar de un plumazo con sus funestos calvarios. Ojalá en el futuro sean los enfermos quienes tengan derecho a decidir y no las empresas, que sólo buscan multiplicar sus beneficios a cualquier precio, aunque sea la vida.

3 COMENTARIOS:

Anónimo dijo...

Es una auténtica vergüeza y falta de ética y de todo lo que ha ocurrido con esa mujer. Si yo fuese sido el empleado de turno enviado a cortar la luz, hubiese preferido perder mi empleo antes que asesinar a una persona, porque es estrictamente lo que ha ocurrido. ¡Qué barbaridad! Los deberían meter en la cárcel por asesinos. TANA

Anónimo dijo...

Dicen que la compañia electrica va a investigar los hechos. A buenas hora s........

Anónimo dijo...

¿Y qué espera usted de una sociedad donde se manda a la silla eléctrica a un reo y lo tienen muriéndose 90 minutos? Después, como siempre, dirán que fue un falló técnico. ¿Dónde quedan la moralidad y la ética, la humanidad? ¿O deberíamos llamarnos animales directamente, quitando el sobrenombre de racionales?
Profesor Sibelius